Amor, vida y verdad

Con estas tres palabras, reiteradas de distintos modos en muchos de sus discursos y escritos, resumía el papa Juan Pablo II el cometido irremplazable y trascendente de la familia, “célula primera y vital de la sociedad” (Concilio Vaticano II, Decreto sobre el Apostolado de los Laicos, Nº 11) y, por ende, de la comunidad cristiana, según el designio creador de Dios. La familia no está en crisis; como en todo  elemento constitutivo de la esencia del ser humano, existe en ella un germen de Vida, que proviene directamente del Creador, contra el cual no prevalece el pecado ni los errores de los hombres. Pero la familia sí está zarandeada, y con fuerza, por corrientes y conflictos que, como a barco durante un vendaval, le pueden causar daño y hacerle errar el rumbo.