Convocado por la revista Espacio Laical, el pasado viernes 28 de junio se celebró en la sede del Centro Cultural Padre Félix Varela el encuentro «En Diálogo», que esta vez tuvo como título: «¿Cómo hablamos los cubanos?». Los panelistas participantes fueron las destacadas lingüistas Elisa García González, M.Sc. en Lexicografía Hispánica, y Tania Silverio Pérez, M.Sc. en Lingüística Hispánica, el traductor y narrador Rodolfo Alpízar Castillo, premio de la Federación Internacional de Traductores, y Sergio Valdés Bernal, doctor en Romanística y en Ciencias Filológicas y Premio Nacional de Ciencias Sociales, quien se desempeñó además como moderador.

De izquierda a derecha: Tania Silverio Pérez, Sergio Valdés Bernal (moderador), Elisa García González y Rodolfo Alpízar Castillo. (Fotos de Johan Moya).
Gustavo Andújar: Buenas tardes. Esta es una de nuestras actividades que a mí me resulta más gratificante, y por tanto me da mucho gusto darles la bienvenida a este nuevo encuentro «En Diálogo», que esta vez dedicamos a un tema muy necesario: ¿Cómo hablamos los cubanos? Y para exponer tenemos un panel de lujo: Elisa García González, Tania Silverio Pérez, Rodolfo Alpízar Castillo y el doctor Sergio Valdés Bernal. Ellos van a abordar este tema desde distintos puntos de vista y después va a quedar abierto el debate. Ustedes saben que grabamos todo lo que se dice para editarlo después y publicarlo en la sección «En Diálogo» de la revista, que es una de las secciones más seguidas de Espacio Laical. Sin más, gracias por haber venido y le cedo la palabra a los panelistas.
Sergio Valdés Bernal: Bien, buenas tardes a todos. Yo voy aquí a fungir como moderador, pero también tengo que intervenir. El tema que vamos a abordar es ¿cómo hablamos el español los cubanos? Pero antes de eso yo creo que tenemos que hacer una breve introducción para explicar qué cosa es el español de Cuba. En primer lugar es, naturalmente, una lengua de origen europeo, de origen latino, es el latín vulgar que se llevó a la Península Ibérica, donde se mezcló con las lenguas de las poblaciones locales, la celta, la ibérica, los vascos. Ese latín fue evolucionando, recibió otros influjos, como el influjo de las lenguas germánicas, y finalmente un influjo muy importante de la lengua árabe. Si sustituimos todas las voces de origen árabe que utilizamos en español nos costaría muchísimo entendernos.
Además, hay otros influjos anteriores del francés, del italiano. Entonces esa es la lengua que traen a Cuba los colonizadores españoles en 1492. 1492, un año muy importante porque es el año en que cae el reino de Granada después de diez años de asedio y precisamente es el momento que tienen los Reyes Católicos de oír a Cristóbal Colón con su proyecto de encontrar un nuevo camino hacia las Indias. También ese es el año en que se publica la primera gramática de la lengua española. Y esa lengua ya está en un período avanzado y en ese momento es más conocida como el castellano porque su origen está en la zona de Castilla, que se ha ido expandiendo por la Península Ibérica debido al proceso de reconquista. Además, a partir del siglo XIII, por decreto real, es reconocida como la lengua oficial del reino hispánico. Por eso es lógico que cuando comenzó el asentamiento de los españoles en Cuba y surge la colonia cubana, la lengua oficial de esa colonia fue, naturalmente, la lengua española.
Pero las lenguas no se imponen por decreto, y en el caso nuestro tuvo un gran peso para que se impusiera la inmigración española. O sea, la inmigración fue realmente la que impuso la lengua, además del proceso de mestizaje biológico y cultural que ocurrió en nuestro país y que es precisamente una de las características que tenemos nosotros al hablar el español. Esto se debe a que la mayoría de los colonizadores españoles que llegaron a América, y concretamente a Cuba, procedían de la Andalucía occidental, además de que a partir de la segunda mitad del siglo XVII la que se impuso fue la inmigración canaria, y fueron los canarios los que realmente fundaron lo que llamamos la cultura campesina cubana. Por eso nuestra forma de hablar el español en cuanto a la pronunciación y a otros fenómenos gramaticales responde precisamente a esa forma de hablar que nos caracteriza y nos vincula más al sur de España y a Canarias que al centro y el norte; por eso somos seseantes, somos yeístas, no decimos vosotros sino utilizamos ustedes.
Todo esto se va asentando en Cuba y se va enriqueciendo al entrar en contacto el español con las poblaciones autóctonas de la Isla, a quienes los cronistas diferenciaron en taínos, siboneyes y guanahatabeyes. Y en realidad desde el punto de vista idiomático, por los estudios que se ha hecho al respecto, por lo menos los que he realizado yo, nos evidencian que todos estos aborígenes hablaban unas lenguas comunes que pertenecen al tronco lingüístico aruaco, que es la familia de lenguas de Suramérica de mayor expansión, que se extendían desde el río de La Plata hasta las Antillas y desde la Amazonía hasta las laderas de Los Andes. Me refiero al aruaco, no confundirlo con aráuco, ni con araucano, que es otra familia de lenguas. Incluso el nombre de nuestro país es un término indígena heredado de nuestros aborígenes que significa tierra labrada, tierra cultivada, como lo demostró José Juan Arrom en su estudio sobre el origen de la palabra Cuba.
En ese sentido precisamente, uno de los rasgos que caracterizan nuestra forma de hablar, y de gran parte del español que se habla en esta zona caribeña, es ese legado aruaco, que es precisamente uno de los rasgos identificadores de la modalidad cubana de la lengua española, como lo es de la dominicana y de la puertorriqueña. Por otra parte, el aborigen cubano se fue extinguiendo, pero extinguiendo no en el sentido en que lo han expuesto los historiadores, porque nosotros tenemos una gran deuda con esa cultura indígena que heredamos; el indio se fue extinguiendo como un componente étnico fuera del proceso de formación de la nación cubana.
Hubo un gran proceso de asimilación de ese aborigen, incluyendo su cultura en el sentido antropológico, de conocimiento, no de educación. Y estamos hablando aquí de cultura desde el punto de vista antropológico, en el sentido de conocer cómo construir una canoa o un bohío. Todo eso lo heredamos de los aborígenes; sin embargo, cuando usted lee los libros de historia, al aborigen se le dedica muy poco espacio y en los medios masivos de difusión se cometen errores como, por ejemplo, poner al jigüe o al güije, que es de origen indígena, de origen religioso, como un negro hablando en bozal. Una cosa increíble el desconocimiento que hay sobre el legado indígena en nuestra cultura. Por otra parte, debido a este mismo proceso de mestizaje biológico y cultural en que el indio cubano empieza a formar parte del etnos cubano, las autoridades españolas se ven obligadas a introducir como mano de obra esclava a aborígenes de otras regiones.
Por ese motivo utilizamos muchas palabras de origen náhuatl, que es la lengua de los aztecas, como tomate, tamal, achiote, o tenemos palabras procedentes de las lenguas habladas en Venezuela, de origen caribe. Un ejemplo: nuestros aborígenes producían una especie de pan hecho de la harina de la yuca, el casabe, los indios caribe hacían algo parecido, pero a partir del maíz, y lo llamaban arepa. De ahí viene la palabra arepa; pero, además, los mayas y los aztecas hacían algo parecido, que es el atol. Entonces ya vamos viendo cómo se va enriqueciendo el español de Cuba con palabras de esos orígenes. De todos modos, el gran peso fue el legado lingüístico aruaco, que es de todas las lenguas de América la primera que más enriquece el español hablado a ambos lados del Atlántico. Después le siguen en orden de importancia el náhuatl y, en tercer lugar, el quechua.
Esas son las tres lenguas más importantes que enriquecieron el español que se habla a ambos lados del Atlántico. A esto se suma después la introducción del negro. Los primeros negros que llegan a Cuba son negros ladinos, nacidos en hogares cristianos; no saben nada de África, hablan perfectamente el español, son negros cristianos. Esos son los primeros que llegan a Cuba y vienen como trabajadores domésticos, como esclavos domésticos que apoyan a sus amos y son de confianza; pero a las autoridades coloniales no les interesaba este esclavo, sino el otro esclavo para explotar las riquezas del país en beneficio de la Corona, y es entonces cuando empieza a introducirse el negro bozal, que es el negro africano no asimilado. Los primeros negros bozales se traen directamente desde Portugal y desde España. Sin embargo, a partir de 1517 se autoriza la introducción del negro bozal directamente desde África y entonces se pasa de la trata negrera transaharana a la trata negrera trasatlántica, que ha sido la peor de todas las tratas de África.
Así entran a Cuba hablantes fundamentalmente de diferentes lenguas que han dado origen a cuatro religiones cubanas de origen africano: son religiones cubanas de origen africano, aunque hay algunos intentos ahora de africanizarlas, con lo que yo personalmente no estoy de acuerdo. La primera religión cubana de ascendencia africana es la Regla de Palo Monte, que es de origen kikongo, y hoy está demostrado que la base cultural de esa religión es el kikongo, por lo que ya no debe decirse que es una religión de origen bantú, sino una religión de origen congo donde el peso predominante de la lengua africana que se usa es el kikongo. Después tenemos la Regla Arará, que es de origen ewe-fon y tiene la misma raíz que dio origen al vodú. Ahora, el vodú fue introducido en Cuba. Fíjense la diferencia entre la Regla Arará que predomina en estos momentos ya en vía de extinción en Matanzas, por la zona de Perico, Jovellanos, donde la lengua y la cultura básica es el ewe-fon y donde se usa el ewe-fon, sin embargo, en el vodú lo que se usa es el creol, o sea ya es una lengua, es una religión de origen haitiano muy transculturada sobre la que ejerció sus influjos como en todas estas religiones cubanas el cristianismo y el espiritismo.
Después tenemos la Regla de Ocha e Ifá, que tiene un gran sustrato lingüístico cultural yoruba. Y por último tenemos la Sociedad Abakuá donde el legado lingüístico cultural es eminentemente ibibio y efik. Cuando uno estudia todas estas cosas desde el punto de vista lingüístico y cultural el predominio es evidentemente congo. O sea, el mayor peso que tenemos nosotros de las culturas del África del sur del Sahara es congo; sin embargo, según la televisión y otros medios parece que lo que ha habido es una yorubización, cuando realmente el yoruba llega tardíamente a Cuba, a América, a mediados del siglo XIX. Pero desde el siglo XVI está entrando el congo, y eso se refleja en nuestra lengua. Y, por último, ya para no abrumarlos, está la presencia china; el chino llega tardíamente, a partir de 1847, y nunca fue un componente étnico de peso, nunca sobrepasó el 1% de la población. Sin embargo, su presencia en Cuba tuvo una repercusión más bien en el sentido económico.
El Barrio Chino de La Habana fue el primer barrio chino construido en América y del chino han quedado algunas palabras. Hay un libro mío que se llama La hispanización de América y la americanización de la lengua española donde está todo esto que les estoy diciendo. No los voy a abrumar con toda esa información que está ahí recogida para darles oportunidad a los demás colegas y después a ustedes para hacer el intercambio de criterios. Ahora le cedo la palabra a Elisa, quien nos va a hablar sobre cómo se va diferenciando ese español aquí, en nuestro contexto.
Elisa García González: Muchas gracias, Sergio, y muchas gracias por la invitación. Sergio nos ha estado explicando muy bien cómo hemos llegado a tener el español que hablamos en Cuba hoy, desde el punto de vista histórico, con la influencia de todas esas culturas. Yo les voy a hablar muy brevemente sobre la diferenciación geográfica de este español y la percepción que tienen los propios hablantes del español hablado en Cuba. Esta variedad cubana del español, como sabemos, tiene un fuerte carácter identitario; todos sabemos que hablamos un español de Cuba y somos reconocidos así en el mundo hispánico por otros hispanohablantes, como que hablamos un español de Cuba.
Esta variedad cubana del español históricamente ha gozado de poco prestigio, igual que otras variedades caribeñas como la puertorriqueña, la dominicana e incluso la venezolana; pero hay investigaciones recientes, de hace uno o dos años, de lo que llamamos actitudes lingüísticas, que no es más que la percepción que tienen los propios hablantes de su lengua, que han mostrado que esta variante cubana del español ha ganado en prestigio y aparece ubicada en los primeros lugares, nunca en el primer lugar, por supuesto, porque el primer lugar siempre está ocupado por España, probablemente debido al prestigio histórico. Sin embargo, los hablantes que fueron encuestados en esta gran investigación sí se percataron de que en este español hablado en Cuba hay algunas características digamos que estigmatizadas o marcadas negativamente y que entonces habría que corregirlas en dos sentidos, teniendo en cuenta lo normativo, o sea lo que viene de la Real Academia Española para todos los países hispanohablantes en su gramática, en su diccionario, en su ortografía. y en otro sentido cuidando la comprensión, la comunicación, para lograr siempre ser bien comprendidos.
También los hablantes se percataron, y todos nos percatamos constantemente, de que el español de Cuba tiene, a grandes rasgos, tres zonas lingüísticas: Oriente, Centro y Occidente. Estas tres zonas lingüísticas para los hablantes están bien identificadas y sabemos todos reconocer a qué lugar pertenece nuestro interlocutor teniendo en cuenta la entonación, teniendo en cuenta rasgos fonéticos y teniendo en cuenta el vocabulario, siempre en ese orden, porque la gramática casi nunca cuenta. Y les voy a leer algunos de sus comentarios: por ejemplo, sobre el habla en Occidente, expresaron: pronuncian bastante bien las palabras, hablan bien, aunque a veces son un poco chabacanos. En La Habana es donde hay más chabacanería, las palabras que emplean no son adecuadas, dicen asere, qué bolá, qué vuelta, pronuncian mal, utilizan demasiadas vulgaridades y groserías. En cambio el habla del Centro, es la que goza de mayor prestigio en la Isla. Estas son algunas de las opiniones que ellos dijeron: tienen mejor dicción, no omiten ningún fonema, es norma de la región pronunciar las eles, las erres y las eses, así como mantener el ritmo, no se comen las eses, no omiten silabas.
Y en cuanto al habla de Oriente dijeron: tienen un cantaito, dicen cosas raras, palabras antiguas como cutara, pluma, hablan cantando, son muy diferentes en la pronunciación, las palabras que usan tienen mala entonación, se comen las silabas, no pronuncian la ese, entre otros criterios. Y el criterio que sí es unánimemente compartido es que de la modalidad cubana del español la variedad que más prestigio tiene es la variedad camagüeyana, la variedad que se habla desde la ciudad de Camagüey hacia los campos de Contramaestre y Baire, alrededor de esta zona de Camagüey.
Numerosos estudiosos en la historia de la lingüística cubana se han percatado desde épocas tempranas de la diferenciación que hay en las tres zonas lingüísticas del país. Por ejemplo, el primer lexicógrafo cubano, Esteban Pichardo, que es el primero que hace un diccionario diferencial del español hablado en Cuba, ya en su primera edición en 1836 apuntaba que existen diferencias en varios niveles de la lengua, no solo en la entonación, no solo en la fonética y el vocabulario, que es de lo más perceptible, que es lo que más nos damos cuenta rápidamente, sino también en la gramática. Pichardo señalaba que existen diferencias en la formación de las palabras en las tres regiones, forman los diminutivos con un determinado sufijo en una región, y en otra forman los aumentativos con otro determinado sufijo, y estos estudios se han ido corroborando.
Otro lexicógrafo, Esteban Rodríguez Herrera, un siglo más tarde, en su Léxico mayor de Cuba va a recoger cubanismos repartidos por la Isla, y también anota las tres regiones a las que pertenecen. Más adelante, en el 2000, tenemos un gran diccionario geolectal, pudiéramos decir que es el diccionario de cubanismos, es el diccionario del español hablado en Cuba. Es un diccionario que también diferencia las voces por regiones. Y finalmente existe un gran proyecto de investigación que está ya totalmente concluido, que para mí es el estudio más completo que se ha hecho sobre el español hablado en Cuba: el Atlas lingüístico de Cuba, una obra que está concluida desde el año 2013 y la hizo en dos etapas el Instituto de Literatura y Lingüística. La primera etapa fue de 1986 a 1996 y el profesor Sergio estuvo dirigiendo este proyecto algunos años; se aplicaron encuestas por toda Cuba, en las regiones más intrincadas, para saber cómo se habla en Cuba y también lograr obtener una descripción sociolingüística. Porque se tuvieron en cuenta variables sociales como el sexo, el nivel educacional, la edad, las diferentes generaciones. Este gran proyecto de investigación, que tenía un cuestionario de 2 500 preguntas, por supuesto dio resultados interesantísimos. Está publicado en cinco DVD porque la información es enorme.
Algunas de las características que se corroboran en este atlas lingüístico de Cuba son, por ejemplo, en cuanto a lo fonético y lo fonológico, que en Occidente nos caracterizamos por la asimilación regresiva en contacto y en vez de decir barco decimos «bacco», «ecte», «pocque», y en Oriente el trueque de ele por erre, la omisión de la ese al final de palabra y al final de sílaba, o sea caco por casco. Por supuesto que en cuanto al vocabulario se obtuvo una gran diferenciación y hay más de 10 000 mapas donde se ve la zona de uso de determinadas voces. Por ejemplo, lo que decía el profesor Sergio: en Oriente se ve muy bien la pervivencia del lenguaje aborigen, los indigenismos, más que en Occidente. Hay un mapa donde se recoge la palabra tatagua, que es como le dicen en Oriente a las mariposas grandes y es un indigenismo, solamente se ubica en esa región.
El mapa de los plátanos a puñetazos también muestra una gran diversidad: tostones, chatinos, plátano a puñetazos. Y en cuanto a las características morfológicas en Occidente hay preponderancia del uso masculino, especialmente en La Habana, de algunos sustantivos que en Oriente lo hacen femenino, como policlínico y policlínica, público, refiriéndose al teléfono, y pública. En la zona Oriental hay preponderancia también del uso de la forma esdrújula de la primera persona del plural del modo subjuntivo, puédamos, quiéramos, ténganos. En Occidente algunas voces terminadas en consonantes, como calor y mar, se emplean como masculino y en Oriente como femenino. Hay otras características que son propias de la zona central, pero esta zona más bien es de transición, comparte algunos rasgos con la zona occidental y otros con la zona oriental.
En cuanto a la fonética, este atlas corroboró que desde el punto de vista fonético no son tres las zonas geográficas que existen en Cuba, sino que son cinco, como venían ya diciendo algunos estudiosos, entre ellos Herminio Almendros y Luis Roberto Choy. O sea, que hay una zona occidental, una zona central y tres zonas en Oriente, que se delimitan muy claramente por las isoglosas, por el comportamiento de determinados fonemas. Para resumir entonces: en todo el territorio nacional otra característica del español que fue corroborada consistió en la formación de los aumentativos. El sufijo que mayor frecuencia alcanza es on, después ote y aso; en la formación de diminutivos, ito. En cuanto al género de los nombres que empiezan con a la tendencia en toda Cuba es a usarlos como masculino, por ejemplo, el alfiler, el azúcar, el armillo. Los que terminan en consonante nasal, como femenino: hinchazón, picazón. Como en otros países del ámbito caribeño, digamos Santo Domingo y Puerto Rico, es común en nuestro español que insertemos un pronombre personal redundante como sujeto en las oraciones. Por ejemplo: «Susana dice que mañana ella viene».
En otras modalidades del español no hace falta poner ese enfático ella. También se comprobó que en las preguntas los sujetos se colocan siempre delante del verbo, eso es algo característico del español de Cuba. ¿dónde ella va? ¿Cómo tú estás? En el español general casi siempre es a la inversa, o sea, ¿cómo estás tú? O ¿cómo estás? ¿Dónde va ella? Otro aspecto: la preferencia de la forma ra del subjuntivo, en amara o amase, nosotros usamos más amara. Y la personalización del verbo impersonal, que eso más bien creo que es del español general: «habíamos ocho en el aula»; oímos muchas veces que se conjuga este haber impersonal. Todas estas características son identitarias del español de Cuba y creo que no deben estigmatizarse, sobre todo la mayoría, las que tienen que ver con la entonación o con el vocabulario.
Ahora mismo estamos haciendo un diccionario digital que pone al mismo nivel para los niños todas estas voces de la Isla, en una relación sinonímica: lo mismo pluma que llave que pila, van a estar las tres como sinónimos. Quizás exista algunas características que son un poco agramaticales y creo que entonces habría que hacer un poco de resistencia al uso en aras de la unidad lingüista. Pero ya esos son otros temas de política lingüística que abordaremos después. Muchas gracias.
Sergio Valdés Bernal: Ahora le damos la palabra a Tania Silveiro.
Tania Silverio: Buenas tardes. Lo primero que deseo decir, y lo defiendo siempre en el aula ante mis alumnos, es que independientemente de la diversidad que existe en el archipiélago cubano, aunque seamos pocos habitantes, aunque ocupemos un territorio pequeño, todos hablamos el español y la forma que asume nuestra lengua española en cada una de las regiones es válida. Digo esto porque indudablemente la visión de los encuestados que Elisa dijo es una visión muy occidental. Si le preguntan a un santiaguero o a un guantanamero, no son ellos los que cantan, los que cantan son los de Occidente.
Elisa García González: Todos cantamos.
Tania Silverio: Entonces no es que cantemos, es que cada cual tiene una entonación peculiar, característica, y el lenguaje se desarrolla según el contexto en el que se halla, según todas las influencias, y ya el profesor Sergio Valdés habló de ello. No podemos minimizar, no podemos discriminar ninguna forma porque sea diferente de la nuestra; todas son válidas. El lenguaje surge por la necesidad del ser humano de comunicarse para poder sobrevivir y por tanto siempre va a cumplir esta función de manera eficiente. Y como el ser humano evoluciona, la sociedad evoluciona, también lo tiene que hacer el lenguaje. Porque nosotros no nos podemos comunicar de igual forma que hace cincuenta años atrás; la realidad es diferente, el contexto es diferente.
Pero a esa diversidad, a esa revolución social del lenguaje, hay que ponerle un freno, hay que ponerle frenos, y eso lo tienen que determinar algunas instituciones, algunos organismos, para eso está la Real Academia Española, que es posiblemente la primera que surgió, la Real Academia Española, que tiene sedes en casi todos los países de habla hispana. Existen, por supuesto, los documentos que expiden esas instituciones y ahí están los diccionarios y las gramáticas que van marcando pautas para conservar la unidad del idioma, pues de lo contrario ya cada país tuviera un idioma diferente, ya no hablaríamos español, hablaríamos cubano, argentino, venezolano, mexicano. Aquí quiero mostrarles este libro que fue publicado en marzo de 2019, es un libro muy reciente de la Real Academia Española.
Aún no ha circulado en nuestro país y este ejemplar llegó a mis manos porque el profesor Sergio me lo prestó. Es un libro muy funcional que aclara determinadas posiciones de la Academia en relación con el lenguaje, con el camino que hoy va tomando el lenguaje ante la complejidad y la diversidad social del mundo, y me llamó mucho la atención que este libro le dedica alrededor de 40 páginas a la pronunciación, que yo creo que es uno de los aspectos del lenguaje que está sufriendo más por la imposición de lo popular y en muchos casos de lo marginal. Eso se ha impuesto en el lenguaje de las diferentes sociedades, incluso en la sociedad cubana. Paso ahora a hablar de la escuela porque soy profesora, durante un tiempo enseñé el español como lengua materna y llevo muchos años ya dedicada al español como lengua extranjera. ¿Por qué quiero hablar de la escuela? Porque cuando llegamos a la escuela ya todos sabemos hablar, ¿verdad? Y la escuela se convierte en el espacio de aprendizaje formal de la lengua. Entonces tiene vital importancia que se trabaje desde el punto de vista metodológico la enseñanza de la lengua materna y que el profesor sea un modelo, un modelo general, pero también un modelo lingüístico para ese estudiante, para ese niño, para ese adolescente, para ese joven. Y aquí aparece, creo yo, el primer problema, la base de algunos de los problemas que existen en nuestra sociedad con el lenguaje. Porque ¿es siempre el maestro un modelo lingüístico para el estudiante? Esa es una reflexión que se debe llevar a cabo. Otro aspecto está relacionado con la norma, la norma que se debe enseñar.
Elisa hablaba de las características de la variedad cubana del español y hablaba de las gramáticas; pero ¿realmente está descrita la norma culta de la variedad cubana del español? Yo creo que ese es un trabajo pendiente del Instituto de Literatura y Lingüística, de la Facultad de Artes y Letras, de la Academia Cubana de la Lengua; es una tarea pendiente aunque se han dado pasos y ya lo pudimos ver a partir de la exposición de Elisa. Esa es una deuda de los estudios lingüísticos en Cuba para poder tener bien claro qué les enseñamos a nuestros niños, a nuestros adolescentes.
Y el otro problema es que como no está descrita la que asumimos como norma culta tomamos la norma que nos imponen los medios, y no siempre en los medios tenemos el modelo deseado. La norma culta la imponen la literatura, los medios, los discursos de los dirigentes, que se imitan siempre. Hay que solucionar entonces ese problema, el problema del maestro como modelo, no solo el maestro de español, sino el maestro en general, el maestro como modelo lingüístico. Ahora paso a hacer una pregunta que da una idea de la importancia que se le da a la lengua española: ¿por qué para obtener un título universitario hay que acreditar el nivel de lengua en inglés y no en la lengua materna? ¿Por qué? ¿Por qué nuestros profesionales no tienen que demostrar una competencia comunicativa en su lengua materna? ¿Por qué la tienen que hacer en la lengua extranjera? Sobre este punto que se ha impuesto ahora algunos, desde algunas facultades, nos hemos pronunciado. ¿Por qué no se le hace caso a la lengua materna en la educación superior? Nosotros, en la Facultad de Español para no hispanohablantes, para que sepan que todo no cae al vacío y que se están haciendo trabajos, se están haciendo esfuerzos, tenemos un proyecto nacional que comenzó en 2018 que es la evaluación y la certificación de la lengua materna en la educación superior.
Nosotros estamos trabajando en ese proyecto que dirige la doctora Yareira Puig Pernas, y fíjense que me refiero a la Facultad de Español como lengua extranjera, no a la Facultad de Letras, ni al Instituto de Literatura y Lingüística, ni al Ministerio de Educación. Porque consideramos importante que se retome este asunto y nosotros ya elaboramos las encuestas para aplicar a estudiantes y profesores universitarios, pues nuestro campo de acción es la educación superior. Necesitamos saber cómo llegan nuestros estudiantes a la Universidad y qué debemos hacer para que cuando se gradúen tengan una competencia comunicativa eficiente en su lengua materna. Todas estas problemáticas tienen una incidencia en la enseñanza de lenguas extranjeras porque el prestigio de la lengua, la conservación de la lengua, la promoción de la cultura cubana también está en la enseñanza de la lengua, del español como lengua extranjera. Y nosotros tenemos que enseñarle a ese estudiante una norma culta, una norma que le permita comunicarse en cualquier contexto hispanohablante. Pero tenemos una realidad en el aula y una realidad en la calle. Porque les confieso que a veces yo estoy en la guagua y no entiendo lo que están diciendo a mi lado personas más jóvenes que yo. Ese estudiante sufre entonces ese conflicto y nosotros como profesores de español como lengua extranjera también padecemos de un vacío provocado por la laguna existente en los estudios lingüísticos de la variedad cubana del español.
Sergio Valdés Bernal: Ahora le cedemos la palabra a Rodolfo Alpizar. Pero la verdad es que no nos hemos presentado porque contamos con que todos ustedes recibieron la invitación por correo electrónico y saben quiénes somos. No obstante, vamos a irnos presentando porque después, cuando ustedes vayan a intervenir, también tienen que presentarse.
Tania Silverio: Mi nombre es Tania Silverio, soy profesora de la Facultad de Español para no hispanohablantes, y doctora en Ciencias Lingüísticas y soy de la región central del país.
Elisa García González: Mi nombre es Elisa García González y soy la jefa del Departamento de Lingüística del Instituto de Literatura y Lingüística.
Rodolfo Alpízar Castillo: Ex lingüista y ex miembro de ese instituto, pero me considero sobre todo traductor de portugués y narrador.
Sergio Valdés: Mi nombre es Sergio Valdés Bernal y soy un feliz jubilado que se ha tenido que volver a contratar. Fui durante mucho tiempo investigador titular del Instituto de Literatura y Lingüística. En estos momentos soy profesor titular de la Facultad de Español para no hispanohablantes y también estoy en el Instituto de Antropología, donde me dedico a investigar sobre el proceso de formación de la nación cubana desde el punto de vista idiomático. Bien, ahora le cedemos la palabra a Alpízar.
Rodolfo Alpízar Castillo: Antes de empezar quiero decirle a Tania que dejó algo en el aire. ¿Qué pasó con esa encuesta y con ese estudio? Dijiste que lo tenían, pero ¿qué pasó con ese estudio? ¿Ya se está aplicando? ¿Se sabe algo de eso?
Tania Silveiro: Yo dije que las encuestas ya estaban y nosotros estamos esperando la autorización para aplicarlas. En el próximo curso aplicaremos las encuestas a profesores y estudiantes de dos facultades de la Universidad de La Habana para evaluar determinados elementos relacionados con el desarrollo de la lengua materna y su influencia en el desarrollo de otras asignaturas.
Rodolfo Alpízar: La pregunta era totalmente malintencionada y yo quería saber eso, pero quería que lo dijera la ponente. Están esperando autorización de arriba. Eso tiene que ver con algo que voy a abordar yo también. Porque se supone que vamos a hablar también de cómo se habla el español normalmente en Cuba, si se habla bien, si se habla mal, etcétera.
Qué pasa con el reguetón y qué pasa con el lenguaje de género o inclusivo y qué hay sobre la política lingüista en Cuba. Yo me tomé la atribución de escoger estos temas y dejarles a mis colegas el aspecto científico. Ahora les va a hablar un escritor y traductor. Del reguetón voy a decirles solamente una frase: hay reguetón para rato por una simple y única razón, el reguetón les conviene a los poderes establecidos en Cuba y fuera de Cuba. Es más aceptable que la gente esté pensando solo en sexo y en moverse a que piense en cambiar la sociedad, en difundir los errores y los problemas de la sociedad. Si mañana el reguetonero de cualquier país del mundo empieza a hablar mal de la presidencia de la República el reguetón empieza a caer. Si en Cuba los reguetoneros empezaran a hablar de la inmensa cantidad de problemas de que se puede hablar en Cuba no habría más reguetón. Desde hace muchos años camino por la Habana Vieja y en cierta ocasión vi una actividad para los niños por el 4 de abril.
Una amiga mía trabajaba entonces en la Dirección Municipal de Cultura y le di las quejas: ¿Por qué los niños están celebrando el 4 de abril, Día de los niños, con reguetón y reguetón? Y me respondió: nosotros no estábamos de acuerdo, fue la Unión de Jóvenes Comunistas la organizadora de ese acto donde los niños bailaban reguetón. Ya imaginarán ustedes lo que estaban haciendo esos niños, los gestos que estaban haciendo. ¿Por qué el rap no es tan pegajoso como el reguetón? Porque el rap tiene sus características, el rap critica la sociedad, en Cuba o en los Estados Unidos, no importa, y yo estoy hablando del poder como una totalidad. Al poder le conviene que la gente esté dispersa en asuntos que no tienen que ver con la esencia de los problemas, y por eso, por más que en el reguetón se maltrata el idioma, se abuse de las mujeres, se lancen mensajes increíblemente negativos, no va a pasar nada. Porque es preferible el reguetón aunque la gente hable mal después y más chabacano cada día. Al poder le conviene que la gente esté entretenida. Eso es lo que quería hablar del reguetón. Algo parecido voy a decir del lenguaje de género o lenguaje inclusivo, que me parece que es muy exclusivo.
Yo les pregunto, ¿se ha fijado alguien en la cantidad de tinta que gastan feministas inteligentes en tratar el tema de usar el lenguaje inclusivo? Hablemos de Cuba, aunque esto pasa en cualquier parte del mundo. Hay muchos tipos de feminismo, en primer lugar, y vamos a empezar por ahí; no es lo mismo el feminismo de una negra, pobre, tercermundista, que el feminismo de una blanca, de clase pudiente, primermundista. Los intereses no son los mismos. A la mujer que están violando sus maridos y maltratándolas y oprimiéndolas, a la mujer que le están pagando menos por el mismo trabajo que hace un hombre, a esas mujeres: ¿qué les interesa que digan nosotras y nosotros, y los compañeros y las compañeras? A esa mujer lo que le interesa es que le paguen por todo lo que trabajó. Es más, en América tenemos países que son campeones del lenguaje inclusivo, donde no se puede hablar si no es con el lenguaje absolutamente inclusivo, pero donde las mujeres cobran menos por el mismo trabajo que los hombres, y estoy pensando en Chile, no estoy pensando en Guatemala, sino en Chile, donde las mujeres no tienen numerosos derechos, donde hay feminicidios todos los días.
Pero miremos a Cuba, ¿cuántas mujeres generales conocemos en Cuba? Ninguna. ¿Teté Puebla? Ella es un ente histórico; sin embargo, hay muchas mujeres que se han jubilado de coroneles, que se eternizan de coroneles. A general no llega ninguna mujer en Cuba. Cuando yo vea una feminista pidiéndome que diga nosotros y nosotras, después de haber cuestionado por qué no pueden llegar al grado de general las mujeres en Cuba, entonces yo estaré de acuerdo con ella. El feminismo volcado hacia el lenguaje de género es también cómodo y fácil para los explotadores de la mujer, para los que están negando a la mujer; resulta muy cómodo porque es preferible que la mujer exija que digamos los y las, que es un disparate porque el artículo no puede estar separado del sustantivo, que diga los y las diputados, los y las diputadas, cualquier disparate de esos, es más cómodo para el machismo y para la sociedad patriarcal que las feministas defiendan eso a que estén defendiendo igual salario por igual trabajo. Quiero ser ministra de Salud Pública. ¿Cuántas ha habido en Cuba? ¿Y cuántas enfermeras y médicos hay? Ninguna. ¿Cuántas ministras de Cultura tenemos? ¿Y cuántas mujeres trabajan en Cultura en Cuba? Hablamos de las fuerzas armadas, de la educación superior, de relaciones exteriores, del presidente de la República. Ninguna mujer feminista en Cuba protesta por esa realidad, pero piden que yo diga nosotras y nosotros.
El día que ellas se enfoquen en esas luchas verdaderas, después tal vez podamos pensar en cómo hablamos. Porque, señores, yo puedo cambiar mi espejo, pero esta cara arrugada y este pelo canoso se va a ver siempre arrugado y canoso en el espejo. Yo no hago nada con cambiar o romper el espejo, tengo que cambiar la realidad. Las revoluciones no se hacen desde la lengua, se hacen desde la sociedad, la economía y la política. Entonces están invirtiendo en el mundo entero miles de toneladas de tinta en discutir sobre el espejo y se ha dejado de discutir sobre la realidad. No digo que se ha dejado del todo, pero se habla más del lenguaje inclusivo que de cambiar la sociedad. La sociedad hay que cambiarla, la lengua es un reflejo, la lengua ha ido surgiendo con la sociedad.
Una mujer médico lo dijo hace muchos años: no podemos poner la carreta delante de los bueyes. Cambiemos la sociedad y entonces el idioma será cambiado también. Y ahora la han tomado con el diccionario de la Academia y dicen que la Academia tiene que quitar todas las palabras machistas. No, señores, la palabra que está ahí es porque significa algo para la gente y el día que el diccionario sea a gusto del consumidor dejamos de entendernos. El lenguaje nace para la comunicación, y no podemos tener nada más que las palabras que me sean agradables y él las suyas. Yo soy comunista y tú eres anticomunista; entonces yo las palabras que hablen bien del anticomunismo las elimino del diccionario y tú eliminas las que hablen bien del comunismo. ¿Así nos entenderemos? Cambiemos la sociedad, no cambiemos la lengua; la lengua cambiará cuando cambiemos la sociedad. Gastemos nuestra energía en eso. Y por último, ¿existe una política lingüística en Cuba? Pregunta interesante. No les voy a recordar una anécdota que ocurrió hace años cuando un grupo de colegas quisimos hacer un proyecto para que hubiera una política lingüística en Cuba y las instituciones encargadas de encauzar la idea se interpusieron y ahí se acabó todo nuestro entusiasmo juvenil. Bien, si hablamos de política lingüística en el sentido de un conjunto de normas, leyes y concepciones en pro de determinada situación lingüística para mantenerla o modificarla, como la interrelación entre las lenguas que puede haber en algún lugar, pues no.
En Cuba no hay una política lingüística. Ah, pero en mi opinión en Cuba sí hay una política lingüística y voy a explicar por qué. Tania nos dio una pista. ¿Por qué no se exige una suficiencia en español al graduado universitario? Ojo, si me gradúo de arte, el francés me es muy importante y puedo dominar el francés y el italiano. Ah, pero no; tengo que demostrar suficiencia en el inglés porque así lo establece el Ministerio. Bueno, pero si mis estudios me indican que lo que necesito es tener una suficiencia en francés y en italiano, pues no, tengo que saber inglés. Se está enseñando el inglés a los niños. ¡Qué bueno! Pero, ¿se está cuidando el español que se enseña a los niños en primaria? No, no, y al que me diga lo contrario le digo: camine por delante de cualquier escuelita. Cuanto este señor que les está hablando era un niño, era pobre, muy pobre, y nunca pudo ir a una escuela paga, fue a escuelitas públicas. La maestra era una infeliz normalista que vestía con una sencillez extrema, pero esa maestra era un modelo, un modelo de elocución y de elegancia con su ropita pobre. Y debe ser por eso que a este que está aquí, le gusta tanto hablar. Me paraban una vez a la semana a que dijera algo oralmente y al otro día que lo llevara por escrito.
No sé si eso se hace hoy, pero lo que sé es que he visto a profesoras ponerle faltas de ortografía al alumno. Óiganlo bien: el alumno lo escribió correctamente y la profesora le puso la tilde que no va o le quitó la tilde que va. ¿Por qué ocurre eso? Porque la política lingüística en Cuba en este momento implica que vayamos a un país bilingüe; lo importante es que hablemos bien el inglés, no el español. El español lo aprendemos en la casa ¿para qué gastar esfuerzos en mejorar los modelos, en mejorar los métodos de enseñanza? Pero en el caso del inglés, sí, y exigimos que los niños, ya cuando sean hombres o mujeres, sepan bien el inglés, pero no que hagan bien su reporte médico en español. Eso no interesa, eso debe estar en la naturaleza de uno. ¿Qué sucede en los países donde otra lengua, y no la propia, es la que tiene el prestigio? Se vuelve una lengua vernácula, la lengua de la casa. Al paso que vamos el éxito de la política lingüística actual es hacer de Cuba un país bilingüe, y no lo digo yo, se ha dicho por la televisión. Si no recuerdo mal fue el ministro de Educación Superior quien lo dijo en una ocasión y yo me asusté: que Cuba sea un país bilingüe y que cualquiera domine el inglés. Pero como el Inglés va a ser el que hace falta para tener tu título, como el Inglés va a ser el idioma prestigioso, el Español va a pasar a ser la lengua de segunda mano, la lengua de andar por casa. Señores, nuestros patriotas nos defendieron en Español, nos hicieron país, nos hicieron una nación en Español, que heredamos de España, y le agregamos lo nuestro.
Vinieron los negros traídos a la fuerza y agregaron su sabor, su cultura, a esta lengua que hablamos; pero a nadie le interesa hoy que la hablemos bien. Olvídense del discurso oficial. Cuando la ministra de Educación, hace un año o dos, decretó la anulación de la prueba de ingreso de español para los preuniversitarios especializados las dos únicas organizaciones que expresaron su preocupación fueron la Academia Cubana de la Lengua y nuestra Asociación de Traductores. Fueron las únicas instituciones que manifestaron que eso estaba mal. Nadie más, ni la Unión de Escritores de Cuba, ni la Unión de Pedagogos, nadie apoyó a la Academia, o sea que consideraron que eso estaba bien. Nuestra ministra de Educación decretó que no hace falta saber bien el español para entrar a un preuniversitario de ciencias porque los alumnos, futuros científicos, podían suspender. Esa es la realidad, esa es la política lingüística que hay en Cuba, la de convertir a Cuba en un país bilingüe; pero el costo va a ser que el español en Cuba, ese que nos identifica como seres humanos, va a desaparecer.
Sergio Valdés Bernal: Bien, pues agradecemos las intervenciones de los panelistas y ahora invitamos a iniciar el debate. ¿Alguien quiere hacer alguna pregunta? Por favor, preséntense.
Teresa Díaz Canal, miembro del consejo de redacción de la revista Espacio Laical: Buenas tardes, primero que todo quiero felicitar al panel por la exposición. Me llamó la atención la última intervención, la de Alpízar, y deseo hacer una pequeña aclaración. Se han hecho algunos escritos sobre el tema del feminismo y la relación política, las relaciones con el poder, el tema del empoderamiento y de cómo incluso mujeres que llegan a tener cargos importantes, cargos significativos, reproducen la misma mentalidad.
Eso yo tuve la oportunidad de escribirlo en un trabajo para un concurso del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Ganó una mención especial y la única recomendación que me hicieron fue que lo publicara en mi país. Yo lo presenté a la institución en la que trabajaba, pero me lo censuraron y no me permitieron publicarlo. Para que se den cuenta que no todo el mundo piensa igual. Y gracias a la revista Espacio Laical pude publicarlo, pero como es una revista tuvo que ser una síntesis del trabajo. En dicha institución me dijeron que no tenía lenguaje científico; esa fue la explicación que me dieron. Por supuesto, no me iban a explicar con sinceridad por qué no me lo aceptaban. Muchas gracias.
Román Espada, sacerdote jesuita. Mi actividad básica como jesuita ha sido ser profesor de lenguas. He enseñado inglés a muchachos cubanos en los Estados Unidos y latín. Qué cosa extraña, ¿eh? Y después he sido profesor de español en la República Dominicana, que es la labor que más me ha complacido, durante años, en instituciones de la Compañía de Jesús.
Allí elegí una antología de la literatura dominicana para fomentar la lectura. A mí lo que me fascina de los idiomas, y del nuestro sobre todo, es el lenguaje escrito. Cuando leí la bella autobiografía de Neruda Confieso que he vivido, lo mejor que recuerdo es que dice que los españoles nos lo robaron todo y nos lo dieron todo, nos dieron el lenguaje, el español. Mi pasión lingüística básica es el lenguaje escrito, pero con gusto aprecio el lenguaje hablado, y quisiera comentarles las tres características en que los cubanos somos especialistas. Somos especialistas en hablar rápido, en articular poco, mal o deficiente y en diferenciar poco los sonidos. Eso es lo que yo percibo. Yo he estado muchos años fuera de Cuba, lamentablemente; pero siempre he estado muy alerta al asunto del lenguaje, que es una dimensión fundamental en nuestra vida, tanto el hablado como el escrito. Ahora me gustaría oír algo de ustedes al respecto, sobre esta apreciación que hago Muchas gracias.
Enrique López Oliva, periodista y exprofesor de Historia de las Religiones en la Universidad de La Habana. A mí una de las cosas que siempre me ha preocupado en la Facultad de Filosofía e Historia, a la que estoy vinculado desde que se creó, en la década del 70, es la poca importancia que le dan al lenguaje en la enseñanza de la historia y en la enseñanza de la filosofía. Incluso la falta de importancia que se le da a la hora de presentar los alumnos sus tesis y sus trabajos. Ese sería un aspecto.
Otro aspecto en el que me gustaría reflexionar es el papel de la comunicación. Está probado por las investigaciones que los alumnos permanecen más tiempo viendo televisión que en la escuela. Y ahora las nuevas tecnologías hacen que la mayoría de los estudiantes estén más tiempo jugando con sus maquinitas que leyendo libros; tanto es así que las grandes librerías de La Habana desaparecieron, ya no existen, como La Moderna Poesía. Cada día se importan menos libros y se producen menos libros y los libros que se producen por regla general son de poesía o cuento. El otro problema es la revolución tecnológica que ha introducido un nuevo lenguaje, con la mayoría de las palabras en inglés. Ahora vemos que los medios masivos cada día utilizan más palabras en inglés a la hora de hacer comentarios, pero muchas veces ni siquiera traducen la significación de esas palabras. Por lo tanto tenemos el problema de la comunicación, que para mí es clave en este proceso histórico porque es el principal medio de reproducción de lo que está sucediendo. Y se cae en la falta de credibilidad. Se pierde credibilidad en todo; la gente ya no cree en lo que aparece en los medios porque otra cosa, se puede manipular mucho la información, tanto de un lado como de otro. Y vemos cómo la historia misma constantemente está siendo manipulada.
Julio Pernús, graduado de la Facultad de Comunicación Social y redactor de la publicación católica Vida Cristiana. Me parece que mi generación ha crecido con el problema de la ortografía y el uso del español. Quizás esto tenga que ver con aquel programa que se nos implementó de las teleclases y de los maestros emergentes, que a lo mejor era un programa bien planteado en su conceptualización, pero a nosotros nos afectaba mucho porque tenías que ver la clase de español por el televisor. Porque a veces no había maestros y ponían a cualquiera a dar la clase. Yo a veces creo que la Academia también es muy variable y en algunas ocasiones han surgido rumores, por ejemplo, de que se va a eliminar la eñe, y uno no sabe si esto es verdad.
Hablábamos del caso del reguetón: yo creo que hay una animalización del lenguaje. Por ejemplo, los muchachos se dicen ahora: «nos mordemos a las cinco en el gimnasio». La palabra morder, que tiene un significado, ahora cambia. También le dicen a una muchacha que es una tiza, y quieren decir que es bonita, que tiene actitudes; pero nosotros entendemos por tiza otra cosa y si uno no está atento a ese lenguaje se queda atrás. Quizás alguno de ustedes sabe lo que es duraco. Así se identifican los adolescentes que están en el preuniversitario y oyen un tipo de música que está muy relacionada con el reguetón, con las canciones de Bad Bunny y algunos artistas de su estilo. Y a las muchachas le dicen Bebesita Tabuchi, porque existe un lenguaje que es propio de esa edad. Entonces, ¿cómo la Academia digiere esto? Hay palabras que pasan, pero si alguien de los medios de comunicación la empieza a emplear, el pueblo la va a repetir, porque la escucha en los videos clic, en boca de los humoristas, y se hacen populares. Sería bueno irnos actualizando los que trabajamos en el mundo de la comunicación, que la Academia se acercara a nosotros y nos comunicara esto mismo que ustedes ahora nos dicen, lo que están haciendo, para uno irse empapando de las nuevas reglas, de las nuevas modificaciones. Porque a veces trabajamos cada uno por su lado, los periodistas, los medios de comunicación somos un sector, los lingüistas son otro. Creo que debemos acercarnos más. Gracias.
Sergio Valdés Bernal: No hay que olvidar una cosa muy importante: que la lengua es el soporte idiomático de la cultura y de la identidad; por lo tanto no puede haber una cultura que trascienda de generación en generación si no tiene el soporte de una lengua. Por otra parte, la lengua es el termómetro de la sociedad y precisamente se nota un cierto deterioro en el español que se está hablando. Por suerte existe la Real Academia de la Lengua Española, que tiene un diccionario que cada diez años se publica y se enriquece. Incluso la última edición recoge algunos vocablos del «espanglish» que se están asentando en el español hablado en los Estados Unidos.
Pero, por otra parte, existe la Asociación de Academias de la Lengua Española, que agrupa a todos los países donde la lengua española es el idioma oficial del Estado. Las academias llevan el nombre de Academia chilena, cubana, mexicana, de la lengua; no se dice española. Sin embargo, existe en países donde la lengua española no es la lengua oficial, como Estados Unidos o en Filipinas, o la última creada, que es de Guinea Ecuatorial, es la Academia Guineo-ecuatoriana de la Lengua Española. Entre todos tratamos de mantener la unidad de la Lengua española y todos participamos en los trabajos e investigaciones que se realizan a nivel panhispánico, participamos en la elaboración del diccionario de la Real Academia, pero también tenemos el diccionario de americanismos. Porque realmente en estos momentos quienes definen por donde va a ir la lengua española somos los americanos, los hispanohablantes. Incluso el país que tiene la mayor cantidad de hispanohablantes es México, y le sigue Estados Unidos. Posiblemente, y por desgracia, dentro de diez o quince años Estados Unidos sea el primer país hispanohablante del planeta, lo que a mí me entristece grandemente porque eso significaría que los países hispanohablantes no hemos resuelto los problemas políticos, económicos y de todo tipo que nos aquejan.
Esa realidad incrementa la migración y está demostrado que la tercera generación pierde la lengua originaria de los padres y asimila la lengua inglesa. Por lo tanto para que Estados Unidos sea dentro de poco el primer país hispanohablante es que continuará todo este proceso migratorio. Por otra parte, existe el Diccionario Panhispánico de Dudas, donde está recogida hasta la última información y la nueva gramática, que es una versión para especialistas que pesa 5 kilogramos, y después hay una versión más sencilla y manual y este último libro de estilo, que ya les mostró Tania. Eso es lo que puede hacer la Academia, pero los otros problemas son de incumbencia de cada país. ¿Qué problema tenemos nosotros en Cuba con la lengua española? Ese problema tenemos que resolverlo nosotros con una política lingüística que no es solo asunto de la Academia, sino de los ministerios, los medios de difusión, la escuela; organizar una política lingüística va más allá de lo que es sencillamente la descripción de la lengua. Es, como ha señalado Tania, la necesidad de tener una norma por la que regirnos. ¿Cuál es la norma del español, la norma culta en Cuba del español? Porque hay otro problema: confundimos a veces lo vulgar y lo popular, uno ve programas de televisión y se horroriza porque eso es lo que ven también los jóvenes, eso es lo que vemos todos, y muchos creen que ese es el modelo a seguir. Por otra parte, influye mucho el fenómeno de las nuevas tecnologías, de los ataris y todos esos equipos. Yo soy miembro de la Comisión Asesora de la Editorial de Ciencias Sociales, y tenemos un problema grave: no hay papel, no podemos imprimir los libros que desearíamos publicar, pero además no veo que se fomente en las escuelas el interés por la lectura. Porque la lectura permite afianzar conocimientos y mejorar la ortografía. Supongo que mis colegas dirán algo al respecto.
Elisa García González: Julio, en relación con lo que tú decías yo quiero apuntar que todas estas Academias, además de realizar una labor prescriptiva, normativa y decir lo que está bien o lo que está mal, se basan mucho en el trabajo descriptivo. Constantemente le están pidiendo a los países hispanohablantes que actualicen el vocabulario, que recojan los nuevos términos que van surgiendo. Por supuesto, como tú dijiste, hay unos que no pasan, pero hay otros que sí pasan, sobre todo los neologismos que tienen que ver con la computación, con las nuevas áreas del saber. Son realidades nuevas y tienen que ser nombradas con nombres nuevos. Y todo ese trabajo es muy descriptivo y también de retroalimentación entre todos los países.
Sergio Valdés Bernal: Incluso tenemos el problema de la tecnología que va imponiendo en la lengua toda una serie de términos. Yo traje aquí un recorte del Granma donde aparece el artículo: «¿Qué aporta Desoft a la estrategia del gobierno electrónico?» Es una pregunta, y considero que es un error de la prensa no aclarar la terminología. Por ejemplo, y les leo: «En tal sentido en el 2017 iniciaron un grupo de propuestas y aplicaciones además de ordenar la red en una nube privada e interna». ¿Qué es lo quiere decir, para un ignorante como yo, que no entiende de esto, poner en una nube pública servicios hacia los clientes y crear un ecosistema digital? Yo leo eso y, aunque estoy en la Facultad de Español para no hispanohablantes y tengo alumnos chinos, me quedo en China.
Y por cierto, quiero resaltar otra cosa que no tiene que ver con el español en Cuba, pero en cierto sentido sí: uno de los proyectos de la Facultad es precisamente salvar el patrimonio de documentos cubanos en chino, los discos que están en la Casa de Tradiciones Culturales, que no sabemos qué tienen esos discos, aparte de las actas y toda la documentación. Para eso estamos utilizando a los estudiantes chinos que están aprendiendo español, haciendo trabajos de cursos y tesis. Y esa es una deuda que también tenemos con el Yidiz, con la Comunidad Hebrea de Cuba, que publicaba tanta prensa, y esa prensa se está echando a perder. No solo defendiendo la lengua española.
Hace poco estuve en Matanzas, en un evento que hubo sobre humanidades, y lamentablemente vi muchos letreros en inglés con errores de ortografía. Esa es otra cosa de la política lingüística: si vamos a utilizar el inglés hay que utilizarlo correctamente. Porque ponían Wood con uve, no con w, y si llega un extranjero y ve eso en la Plaza América… Tenemos un influjo grande de los anglicismos, pero resulta aceptable utilizar los anglicismos que enriquecen la lengua, no anglicismo que sustituyen palabras hispanas de una larga tradición. Ese es otro problema, la moda, algo bastante complejo por lo que veo.
Tania Silverio: Yo creo que todo pasa por la revisión de la política lingüística del país. En relación con lo que se decía ahora, Cuba pertenece al área geolectal del Caribe hispánico y esta área tiene determinadas características, la pronunciación tiene sus características, y una de ellas es la tendencia al debilitamiento de la fuerza articulatoria, sobre todo en las silabas cerradas, es decir, las que terminan con una consonante. Hay una tendencia a la silaba abierta y por tanto esa última consonante con mucha frecuencia se debilita, sobre todo si está al final de palabra. Esa es una característica nuestra que se acentúa por la ley del menor esfuerzo que aplicamos en todo en la vida y también lo aplicamos en la lengua. Por lo tanto tenemos que enseñar a nuestros niños, a nuestros jóvenes, a articular correctamente, a proyectar la voz. Porque Sergio y yo podemos hablar en el pasillo de la Universidad con comodidad, pero cuando vamos a hablar en otro contexto, cuando nos vamos a desempeñar como profesores, como investigadores, entonces nosotros tenemos que proyectar, tenemos que articular correctamente, y eso forma parte de la enseñanza del español en el contexto formal, en las escuelas. En relación con el periodista Julio que pedía que la Academia se acercara a otros sectores, yo creo que tiene que ser un acercamiento de ambas partes y que es mayor la responsabilidad de los periodistas acercarse a la Academia. Porque tiene que ser una preocupación para todos los comunicadores hablar bien, comunicarse de forma adecuada y eficiente. Estos son los comentarios que quería hacer.
Rodolfo Alpízar: Desde hace algunos años hay un grupo de locutores que siempre ha estado muy preocupado por resolver los problemas de la lengua. Y yo recuerdo que hace cuatro años, más o menos, un grupo bastante grande de periodistas me pidió que yo hablara, y en sentido jocoso leí un texto bastante extenso en el que puse los disparates que todos los días oigo en televisión, pero diciendo que eso actualmente es lo bien recibido. Y aquello fue muy agradable porque todo el mundo participó, pero surgió del fondo un joven que dijo: el problema es que la lengua, la locución hay que ponerla cercana al pueblo. ¿Y qué estaba diciendo ese muchacho, un recién graduado, como es lógico? Que ya la locución no tenía que ser aquella anticuada de pronunciación correcta y a velocidades adecuadas. No, según él había que ser chispeante y me lo explicó después su compañera: Hay toda una tendencia dentro del conjunto de los locutores cubanos jóvenes de que lo que hay es que hablar como habla el pueblo, pero el problema es que el pueblo habla como hablan ellos, y entonces nos hallamos ante un círculo vicioso. Se introducen incorrectas formas de hablar, de pronunciar, y palabras que hasta son incorrectas y están bien para ellos. Ojo: el problema es que hay permisibilidad y si usted no pronuncia bien usted en ningún país del mundo es locutor. Ah, pero en Cuba somos democráticos: no, el pobre muchacho se ha esforzado cinco años en la Universidad, ¿cómo le vas a quitar el puesto?
Hay mucha permisibilidad en los medios y eso se llama populismo, que es la deformación de la democracia. En realidad hay populismo y voy a tomar ya un punto que siempre estoy discutiendo, ya lo dije antes sobre la escuelita pobre, con la maestra pobre, que no exigía mucho, ¿verdad? Peor ya es hoy en la escuelita actual, donde ya el profesor tiene que estar al nivel de los niños. Por eso pusieron 300 valientes hace unos años, 300 irresponsables que no sabían ni papa, que pasaron un curso de nueve meses y formaron a nuestros hijos, que ahora están graduándose en una Universidad donde además se ha ido bajando el nivel de exigencia. Este que está aquí junto con Max Figueroa Esteva, lingüista, fuimos hace muchos años, cuando estaba el gallego Fernández de ministro de Educación, a una reunión grandísima en un teatro del ministerio. Porque ¿qué pensábamos los especialistas que estábamos allí de bajar en vez de 70 puntos a 60 el aprobado? En definitiva era el país donde más se exigía, qué se yo. Claro, el país que se convirtió en envidia de todo el mundo por los numerosos médicos que formó, no se olviden de eso.
Y los especialistas dijimos que no, que lo dejaran en 70. Pero todo era una mentira. Simplemente se nos estaba informando, no se nos estaba preguntando nada, pero atención: no eran ya 60 puntos, sino 55, porque había 5 puntos según el criterio del profesor. Y esa es la realidad en nuestro país con respecto al idioma. Recuerden, señores, que a mí generación, la que cumplió diez o doce años en 1959, hablar fino era un rasgo del enemigo, de la burguesía. Yo era de la clase obrera ¿cómo iba a hablar fino? Por suerte en mi casa eran pobres y eran muertos de hambre, mi mamá era de las provincias centrales, pero nos exigían cierto nivel de decoro en el idioma. Recuerden que en el programa «Alegrías de Sobremesa» el tipo ridículo era el que hablaba fino, el que empleaba palabras escogidas que realmente ya no se usan. Desde mi generación hacia acá, sobre todo los que vivimos aquella etapa de enfrentamientos políticos y guerras, el enemigo era el que hablaba fino y si tú querías ridiculizar a alguien lo ponías a hablar fino. Entonces desde hace 60 años estamos con ese problema, supuestamente se superó, pero la semilla estaba sembrada y creció mejor que el marabú.
Porque actualmente en cualquier barrio el que habla fino es el que habla extraño; hay que hablar como habla el pueblo. Y ese jovenzuelo lo dijo en una reunión profesional donde todo el mundo era profesional de la lengua como él. Y nadie lo combatió salvo dos o tres viejitos que estaban allí al lado mío. Esa permisibilidad está en todos los planos del país. Y entonces, ¿qué vamos a hacer? ¿Llorar?
Sergio Valdés Bernal: Bien, vamos a pasar a una segunda ronda de comentarios. Vamos a ponernos de acuerdo, por acá, primero usted. Gracias por su presencia y no olviden presentarse, por favor.
Rodolfo Romero, médico y profesor de medicina en la Universidad de La Habana. En primer lugar, esperemos que no nos quiten la eñe porque si nos quitan la eñe nos quedamos sin español. Tendremos lengua materna pero no tendremos español. Yo me gradué en el año 1974 y estuve tres años trabajando en Nuevitas y lo que se decía aquí del camagüeyano habría que analizarlo hoy. Los camagüeyanos siempre me decían que nosotros los habaneros no sabíamos hablar el español, que ellos sí lo hablaban bien. Pero han pasado muchos años y la gente aquella de la estirpe de Agramonte, porque los camagüeyanos eran gente de dinero, la mayoría vive en Miami o ha muerto.
Y Camagüey se quedó como una provincia muy subpoblada y hoy Camagüey está más poblado de orientales que del propio Camagüey. Habría que ver en esa encuesta de ahora cómo hablan los camagüeyanos. Paso a decirles que a mí me preocupa muchísimo esta situación de los graduados universitarios y su español. Porque la medicina es una ciencia que depende mucho de la comunicación, de la relación médico-paciente, interrogar a un paciente para poder llegar al diagnóstico. El 70% del diagnóstico lo da el interrogatorio del examen físico. Mis alumnos actuales, lo mismo los de segundo año de medicina, porque yo doy clase de pregrado y postgrado, como los residentes en Medicina General Integral que se van a hacer especialistas, cuando tienen que hacer su examen final, que es un examen oral, es increíble la pobreza del lenguaje que manifiestan esos muchachos. Y yo recuerdo todo aquello de que hay que graduar a todo el mundo y el aprobado tiene que ser 60 puntos y el español no es tan importante. Aquellos polvos trajeron estos lodos. A lo mejor es que ya estoy viejo, pero ese problema a mí me preocupa. Porque esos médicos que yo estoy formando ahora son los que van a atender a los pacientes cuando lleguen a un Cuerpo de Guardia. Me preocupa además porque ya no es solo la pobreza del lenguaje, sino el facilismo. Prácticamente la Facultad nos dice que hay que aprobar a todo el mundo, para que al final los alumnos se gradúen y salgan a cumplir misión, a buscar dinero, lo que puede llamarse «jineterismo médico». Que vayan a buscar dinero. Entonces no puedes suspender a nadie, tienes que darle veinte chances.
En la época mía había aprobado o no aprobado, si suspendes, repites. Cuando yo entré en Victoria de Girón en el primer año se fueron más de 300 estudiantes porque no aprobaron bioquímica. Entonces yo me pregunto: ¿hasta qué punto nosotros vamos a exigirle a los alumnos universitarios que sean capaces de llegar a graduarse con conocimientos de su lengua materna? Gracias.
Silvia Martínez Calvo, jubilada, médica especialista y profesora consultante de la Escuela Nacional de Salud Pública: Buenas tardes. Cuando vi la invitación a este taller sobre el habla del cubano, me interesó. Siempre me interesa venir a los encuentros que convoca Espacio Laical, pero este me interesó mucho porque es una gran preocupación la que tenemos, por lo menos en mi ámbito familiar, con respecto a la forma de hablar y al deterioro del lenguaje, y más aún teniendo en casa a nietos que están viviendo en un mundo bien distante del nuestro. No pretendemos que como yo viví lo hagan ellos, pero tampoco que se llegara a ese nivel de deterioro del lenguaje como el que estamos presenciando. Las políticas son muy difíciles de aplicar cuando hay muchos decretos, y el problema no es la prohibición o limitación o reducción de la política lingüística. Hay muchas otras políticas que hay que hacer y no se hacen tampoco, pero el proble ma de la lengua está muy bien relacionado con la sociedad, y como decía el doctor Romero el asunto de luchar contra el poder es complicado.
El lenguaje sin ese apoyo no se va a resolver; absolutamente nada de lo que nosotros estamos hablando aquí. Lo digo categóricamente, de verdad. Escuchaba al doctor y escuchaba a Alpízar que decía que se rebajó la puntuación de aprobado. Miren, de la discusión que hubo cuando se rebajó la puntuación para el ingreso en medicina no tienen idea, y no tienen idea de la respuesta que yo recibí: «No se preocupe, doctora, que no van a llegar a nada porque a mitad del camino van a suspender porque no saben». Fue nada y más y nada menos que la persona que iba a resolver nuestro problema de salud. No importa, a mitad del camino puede suspender, o a lo mejor sigue y se gradúa y allá el que le toque que él lo atienda. En ese sentido me llaman mucho la atención esos decretos que son inapelables, como ese de que el español se suspende para los Institutos de Ciencias Básicas o Institutos Vocacionales de Ciencias Exactas. Bueno, para qué van a aprender español si en definitiva lo que queremos son científicos. ¡Es una cosa absurda! ¿Cómo un científico no va a dominar el idioma natal porque sea científico? Al contrario, mientras más científico, mejor tiene que pronunciar, que conocer su idioma, que expresarse.
Me parece que nuestra situación está bien complicada; la gente dice: no diga el problema y diga la solución. Es que nuestras soluciones siempre son cercenadas, las soluciones que podemos proponer no se pueden multiplicar; entonces a veces estamos conversando, hablando, soñando, pensando en un futuro que no veremos. Me llama mucho la atención cómo se ha dejado que la lengua se deteriore. Nosotros tenemos un idioma bello, y siempre lo digo, en Francia y en todas partes: no hay un idioma más rico para buscar sinónimos que el español. Sin embargo, lo hemos afectado todo porque también hemos llevado a esta sociedad un lenguaje bélico, belicoso, que reduce las posibilidades de la lengua. Cuando usted ve la televisión, todos los discursos de los altos funcionarios tienen las mismas palabras, tienen la misma entonación, no aportan nada diferente, habla este y habla aquel y habla aquel y aquel y dicen lo mismo, el mismo discurso. Entonces el muchacho que ve la televisión, cuando la ve, ¿qué va a aprender? Lo que ve.
El maestro, ¿cuál maestro? ¿Cuál maestro? Miren, nosotros vivimos a dos cuadras de una secundaria: no se paren en la entrada cuando salen de las clases, porque es una muchedumbre espantosa que mete miedo, y las palabras que le dicen las muchachitas a los varones, para qué hablar. A pesar de esta situación, no soy pesimista; creo que los años que he vivido los he vivido con optimismo y si no a lo mejor no estaría hablando con ustedes aquí. Pienso que el asunto del lenguaje es complicado y estoy de acuerdo con que debe haber una política lingüística que involucre a todos los sectores y a todas las personalidades y a todos los funcionarios. Y termino con esta anécdota: una vez un médico norteamericano famoso vino a mi escuela y trajo a un traductor, aunque hablaba español y había mucha gente que lo podía entender. Algunas personas le preguntaron: «¿y por qué no habla en español?» Y él respondió: «ustedes me tienen que escuchar hablar en mi idioma. Cuando ustedes vayan a mí país traten de hablar en español; el que entendió, bien, y el que no también.» Por eso yo digo que mi idioma se llama español y hablo español, si quieren me entienden y si no busquen un traductor. Gracias
Sergio Valdés Bernal: Muchas gracias. Los organizadores de esta actividad me han pedido de favor que ya concluyamos por falta de tiempo y lamentablemente no podemos dar más la palabra. Vamos a hacer ahora una especie de cierre.
Rodolfo Alpízar: Yo pienso que el español en Cuba no tiene problemas; somos los cubanos los que tenemos problemas y debemos resolverlos.
Elisa García González: Quiero decir en relación con la política lingüística que es cierto que debe haber esa política, pero más importante es que deben existir actores que velen porque se cumpla esa política lingüística. Por ejemplo, sé que en la oficina de Planificación Física de La Habana hay un acápite, muy bien formulado, sobre el uso del lenguaje público, cómo deben estar los carteles de los negocios cuentapropistas, si hay algún cartel en inglés debe estar siempre por debajo de la frase en español. Pero esto no se pone en práctica, no hay nadie que vele porque se cumpla eso que está estipulado. Porque a veces hay decretos que están redactados muy bien, pero no hay quien cuide de su cumplimiento.
Rodolfo Alízar: Primero definamos: política es una cosa, ley es otra. Una política es una concepción general que rige en un Estado; es decir yo no tengo que dictar leyes para tener una concepción política, ahora esa concepción política debe traducirse materialmente en leyes. Una ley lingüística, como alguien pretendió dictar hace muchos años, no sirve; son conjuntos y subconjuntos de normas de comportamiento ciudadano donde está incluida la lengua.
Por ejemplo, ¿por qué puede haber faltas de ortografía en los programas de televisión? ¿Qué significa poner una D, un apostrofe y después una consonante, que es falta de ortografía en español y en francés? D’cine, que no sé cómo se pronuncia, d’cine, d’música. ¿Por qué se permite? Porque no hay una concepción lingüística. Debería existir un conjunto de normas que le dijera al Instituto Cubano de Radio y Televisión: tiene que tomar en cuenta tal cosa, como tiene que haber una norma que diga que yo tengo que tener derechos lingüísticos, que no existe. Y el extranjero en Cuba que vaya a juicio debe tener el derecho de ser juzgado en su lengua, con un traductor. En Cuba, cuando un extranjero es enjuiciado llaman al ESTI, el centro especializado en traducciones, y ellos le mandan a alguien que no sabe nada de Ciencias Jurídicas, no sabe de Derecho, porque está aprobado en ese idioma, pero no está aprobado como traductor jurídico. Es solo el interprete que tiene que estar allí obligatoriamente. Son muchas las normas que tienen que funcionar y tiene que haber una voluntad en el poder de defender la lengua. Y defender el derecho de los orientales a expresarse como orientales. Hace muchos años me llamaron porque había una bronca en el Instituto de Normalización.
Resulta que había que poner fruta bomba en la norma, y yo les pregunté: ¿pero esa norma es solo para los habaneros? No, es para toda Cuba. Entonces tú no puedes poner fruta bomba, tienes que poner la palabra que corresponde, que es papaya, aunque para los habaneros es una mala palabra. ¿Cómo tú vas a obligar a los orientales a que digan fruta bomba? Para ellos no significa nada. Eso es política lingüística. Y paso a otra anécdota: hace muchos años, a finales del siglo pasado, un grupo de personas que teníamos mucha relación con los temas de la lengua, traductores, lingüistas, escritores, varias gentes que teníamos interés en fomentar en Cuba una política lingüística empezamos a reunirnos en el Capitolio, para crear una conciencia de la necesidad de cuidar el idioma, y empezamos a reunirnos además con juristas, periodistas, profesores y empezamos a crecer; pero también empezamos a chocar con los intereses creados y la capilla. Nos salió al paso la capilla: «nosotros somos los que tenemos la encomienda gubernamental de la lengua y por tanto no son ustedes». Nos desautorizaron y la capilla tomó en sus manos aquel proyecto que estábamos llevando con mucho éxito y así murió instantáneamente. La capilla dictaminó: «nosotros somos los que tenemos el mandato estatal, por lo tanto ustedes son unos entrometidos.»
Y se acabó ahí el cuento. No se llevó a cabo nada, se suspendió, y lo nuestro era solo movilizar voluntades, movilizar a periodis tas, crear una campaña de sensibilidad hacia la lengua. Y una capilla se interpuso en nuestro camino y se acabó todo. Porque también está ese problema de los intereses creados; cuando todos seamos tan generosos que podamos ser capaces de comprender que el otro puede hacerlo mejor que yo y yo lo que debo hacer es sumarme a él, las cosas serán diferentes. De ese modo se perdió la ocasión de fomentar una política lingüística cubana. Porque nos desautorizaron.
Sergio Valdés Bernal: Esa es una evidencia más del problema de la centralización del poder lingüístico. Por ejemplo, a mí me molesta muchísimo escuchar a un locutor de Guantánamo o de Santiago de Cuba que no hable con su entonación, que es un rasgo caracterizador de la zona; tiene que hablar como un habanero. Eso mismo que pasó con el batido de fruta bomba pasa también en otros casos.
En los diccionarios escolares también se cometen errores y esas son cuestiones sumamente delicadas que solamente si nos ponemos todos de acuerdo, que va a ser muy difícil, lograremos algo, pero lo más importante es llevar esa conciencia a los maestros y a los profesores. Es verdad que en determinados momentos se ha tenido que resolver un problema, por ejemplo, en los Círculos infantiles, porque no había personal; pero ya llevamos 60 años de Revolución y hay que exigirle a esas trabajadoras que sean modelo de la lengua, modelo de educación. Yo a veces me horrorizo al ver el comportamiento de las que cuidan a esos niños, cómo les gritan y lo que les gritan. Ahí está también el problema de la política lingüística, que es una política cultural más que lingüística. Porque es un problema de cultura, de educación, de formación, y dentro de todo eso está la lengua, que es parte de la cultura.
Tania Silverio: Lo más importante es el reconocimiento de la lengua como elemento identitario de nuestro país, y eso lo tenemos que defender y debe ser una proyección de la dirección del país, salvar ese valor, nuestra lengua, esa parte de nuestra cultura.
Podemos ser blancos, negros, amarillos, tener los ojos de cualquier color, pero cuando hablamos nos identifican siempre como cubanos.
Jorge Domingo Cuadriello: Unas palabras nada más para darle las gracias a los panelistas, a los que intervinieron, a todo el público en general, e invitarlos a un próximo encuentro «En Diálogo». Muchas gracias a todos.