Consideraciones sobre el «pepillismo» cubano

A cargo de Jorge Domingo Cuadriello

Mis frecuentes viajes por el interior de la República me han permitido observar las típicas modalidades de una de nuestras enfermedades sociales más extendidas: el «pepillismo». Frívolo y banal en La Habana, espantosamente mediocre en Santiago de Cuba, cazurro y solapado en Camagüey, vulgar en Cienfuegos, desviado en Nuevitas, procaz en Bayamo, cubriendo de un extremo a otro de la Isla —tal una hiedra maldita—, el árbol rozagante de nuestras juventudes, el «pepillismo» se muestra a la mirada investigadora como formidable resquebrajadura de una forma de vida colectiva en pleno estado de depauperación.