La sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular del pasado 24 de febrero quedará para la historia de Cuba como uno de esos instantes singulares donde, al contemplar ciertas ritualidades humanas condensadas en un momento puntual de la historia, logramos percibir con alguna certeza que algo podrá comenzar a cambiar para siempre. El escenario de la sucesión política en Cuba –sobre el que tanto se especuló en el pasado- se ha materializado: Raúl Castro Ruz, casi medio siglo después del triunfo rebelde de 1959, sustituye al presidente Fidel Castro al frente de los destinos del país, inaugurando así una nueva etapa política para Cuba. Pasado el momento de la investidura y de la sucesión formal de su
hermano, el nuevo presidente de los Consejos de Estado y de Ministros se enfrenta ahora, cara a cara, con los anhelos de cambio de la nación.