Representar a Dios ha sido anhelo del ser pensante a través de su historia y los artistas han invertido mucho tiempo en ello. En el caso de la plástica, la pintura ingenua recoge las expresiones infantiles o se inspira en ella. Los niños le pintan como una persona de edad avanzada y rostro bondadoso, quizás como un abuelo complaciente, pero siempre varón. Los artistas regalan el fruto de su inspiración. Así, mientras para unos es el Creador cercano y liberador o el Padre comprensivo y acogedor; para otros es Agua viva, tranquila o impetuosa; camino; horizonte o simplemente luz. Incontables son las obras que tratan de plasmar la imagen del Creador.
En lo espiritual, en lo trascendente y en lo más profundo del alma, cada uno y cada una tenemos nuestra propia imagen de Dios. Principio y Fin. ¿En qué nos parecemos a Dios? El ser humano es libre y capaz de vivir en el amor.