Existía en tiempos republicanos, sobretodo antes de la revolución que derrocara a Gerardo Machado, la preocupación por cómo habría de lograrse el cambio en los valores de la sociedad que no presentaba grandes diferencias respecto a la colonial. Así se expresaba el historiador y periodista Emilio Roig de Leushenring en 1932:
(…) una vez constituida, así en su forma más rudimentaria, la sociedad cubana, sus costumbres públicas y privadas no presentan desde entonces hasta nuestros días y observándolas desde luego panorámicamente, transformaciones fundamentales perceptibles, aceptados los cambios que en lo externo, por los usos, modas, inventos y descubrimientos, necesariamente sufre cualquier sociedad del mundo occidental civilizado.(1)