Cuba y sus diásporas nunca han tenido relaciones fáciles. La razón no es un misterio. Las diásporas cubanas, particularmente las de mayor renombre, se organizaron y consolidaron en oposición al régimen político imperante en Cuba —régimen que intentaban derrocar y sustituir por otro. Así fue durante las guerras de independencia del último tercio del siglo XIX, y así también lo fue durante la segunda mitad del siglo XX, tanto antes como después de la victoria revolucionaria en 1959.