El don del trabajo

El trabajo como capacidad consciente, orientada a un fin, de concebir intelectualmente y de transformar la naturaleza a partir de esa concepción, es una facultad propia y exclusiva del ser humano que, junto con la libertad y la capacidad de discernir y de amar, lo caracteriza y califica de entre las demás criaturas. El trabajo humano, no obstante los avances en cuanto a justicia logrados a lo largo del tiempo en particular en los últimos dos siglos, a veces de forma dolorosa, continúa siendo una clave esencial de los problemas sociales. En el mundo de la economía, por ejemplo, el hombre es todavía con frecuencia considerado como un instrumento de producción y se escatima la justa remuneración a su labor, sin reconocer la primacía incuestionable de las personas sobre las cosas, primacía que prevalece incluso sobre el capital o las metas sociales. El empleo de menores en faenas impropias o desproporcionadas a su edad y posibilidades se mantiene como una realidad escandalosa en no pocos países. El trabajo de la mujer en la casa es subvalorado y, con frecuencia, menospreciado. Lo anterior sólo por citar algunas de las graves cuestiones pendientes en lo que a trabajo digno y justo se refiere según el plan de Dios para con la humanidad.