El doctor Gustavo Andújar, vicepresidente de SIGNIS mundial e importante laico católico cubano, responde a Espacio Laical acerca de sus criterios sobre el Encuentro Nacional Eclesial Cubano, significativo evento de la Iglesia efectuado en 1986.
Era Ud. un joven de poco más de 30 años cuando se celebró el ENEC. Como católico y profesional insertado en el mundo de la investigación en Cuba, ¿cómo percibió aquel momento?
Bueno, no era ya tan joven. Tenía 38 años cuando participé en el ENEC.
En tu pregunta te refieres a un momento específico, el del ENEC, pero para describirte adecuadamente lo que representó para mí, tendría que hablarte de todo el proceso que condujo al ENEC: lo que se llamó la Reflexión Eclesial Cubana, la REC, que comenzó a gestarse en 1979, lentamente primero, pero que ya desde 1983 se desarrolló con gran intensidad en todas las comunidades católicas del país. Nunca he olvidado lo que dijo monseñor Carlos Manuel de Céspedes en la última de las reuniones de la Comisión Central, unos pocos días antes del ENEC: «No podemos reducir la REC al ENEC, ni el ENEC al documento». Su recomendación sigue teniendo valor hoy. Para tener una adecuada valoración del ENEC, éste no puede analizarse como un acontecimiento aislado, sino como la culminación del amplio proceso de reflexión y participación eclesial que lo gestó y lo avala. Más importante incluso que ese extraordinario Documento Final, que ha dejado pasmados a tantos misioneros que han llegado a Cuba esperando tal vez encontrar una Iglesia agonizante, y se maravillan de que esta Iglesia pequeña y sufrida haya producido un documento de tal envergadura. Más importante, te decía, que ese Documento, es lo que representó para la memoria vital de nuestra Iglesia, el haber vivido una experiencia de participación y corresponsabilidad como la que fue todo el proceso de la REC y el ENEC.