El lector de tabaquería, que fue usado como término despectivo en los primeros años del siglo XX, tuvo una importancia muy grande en el desarrollo del movimiento obrero en Cuba.La lectura se inició en el taller de tabaquería El Fígaro, en diciembre de 1865 ante los aproximadamente 300 torcedores.
En La Habana se publicaba, en esa época, un semanario que se identificaba con los artesanos y se llamaba La Aurora.Este semanario publicó un artículo del que copio: “En la gran fábrica de tabacos El Fígaro se ha establecido la costumbre, que honra altamente a los operarios, de que haya uno que, en voz alta, lea las obras escogidas en tanto que los demás trabajan, para cuyo efecto cada operario contribuye con su correspondiente cuota a fin de resarcir el jornal que el lector deja de utilizar durante el tiempo que emplea en la lectura…”