Enseñar puede cualquiera, educar, sólo el que sea un evangelio vivo

A propósito del tema del Dossier, la educación, esta sección reproduce la homilía del cardenal Jaime Ortega, en el Jubileo de los Educadores, el día 15 de julio de 2000.

Queridos hermanos y hermanas:

He escogido para comenzar la exposición de la Palabra de Dios este aforismo del gran pedagogo cubano José de la Luz y Caballero, maestro de maestros, pues nos introduce de lleno en el núcleo central de nuestra reflexión en esta Eucaristía con la que celebramos el Jubileo de los Educadores.

En la sentencia de Luz, avalada por su sabiduría, su experiencia y su testimonio de vida, el peso fundamental de la tarea educadora está en el maestro. Lo indican en su aforismo las palabras seleccionadas, con las cuales se preocupó de mostrar la diferencia entre enseñar y educar y la preeminencia que da a la educación sobre la simple enseñanza, al contraponerlas como lo más y lo menos. El trasfondo fácilmente reconocible de su aforismo es que el maestro es aquel que educa, no sólo quien enseña. De enseñanza podemos hablar refiriéndonos a medios técnicos, a textos de mayor o menor calidad, a sistemas de aprendizaje y de transmisión de conocimientos, etc. y así mencionamos autores, métodos y buenos especialistas que sepan trabajar con ellos para el mayor aprovechamiento por parte de los alumnos.