En muchas personas existe la idea errónea de que la razón y la fe son incompatibles. Esto lo comprobamos no solo en no creyentes, sino en creyentes de poca formación religiosa cristiana. Incluso se puede ver en cristianos de una excelente preparación universitaria que a la hora de dar testimonio de fe, esta se muestra con elementos totalmente irracionales que muchas veces rayan en lo mágico y lo supersticioso. La fe cristiana –digámoslo desde el principio- no es sinónimo de magia ni de superstición. Para estos cristianos su fe va por un lado, y sus conocimientos científicos y humanísticos –la razón- van por otro. Esta esquizofrenia existencial no les ayuda a vivir a plenitud su fe –la viven empobrecida-, y, además, esta fe no les puede aportar todo el bien que podrían necesitar para vivir en este mundo.