Este tema presenta su mayor dificultad en la penuria de las fuentes relativas a los tres primeros siglos, los más desconocidos y decisivos para asistir al nacimiento de la oración en el seno de la comunidad y la familia cristianas. Por otra parte, siempre se corre el peligro de extrapolar o proyectar nuestras preocupaciones o nuestras valoraciones a generaciones pasadas. Trataremos de verlas como fueron, diferentes de las nuestras, con otros intereses y otra sensibilidad.
El Libro de los Hechos de los Apóstoles (2,46) contraponen claramente el culto en el templo –al que los fieles permanecían asiduos- y la “fracción del pan” en las casas. Este mismo texto de Hechos, enlaza la fracción del pan con la vida cotidiana, lo que significa que no sólo la cumbre de la reunión doméstica –con la fracción del pan eucarístico- sino toda la comunidad al compartir la mesa, hace que la vida hogareña, tomara valor de alabanza y liturgia.