Exhortados a la Esperanza

En el mes de enero se cumplió 10 años de la visita a Cuba del papa Juan Pablo II. Una década es un tiempo que exige reflexión, tanto para recordar sus consejos como para valorar la resonancia de éstos en la sociedad cubana. Claro que este espacio no permite mucho análisis, pero al menos será posible presentar un esbozo –aunque simple y parcial.

Comenzaré recordando algunas de sus exhortaciones encaminadas a fortalecernos en la esperanza de trabajar por una comunidad nacional cada vez más humana y equilibrada. Para lograrlo, el Papa nos habló sobre la persona (sujeto y fin de toda colectividad), de la familia (célula fundamental de cada sociedad), de la Iglesia (sostén espiritual de todo hombre y mujer), de la educación (elemento esencial para que toda persona sea cada vez más humana), así como de los principios sociales que debe procurar una comunidad cuando pretende garantizar el equilibrio y el ascenso continuo.

Al respecto indicó que cada cubano debe ser honrado y veraz, fiel y sensible con el prójimo y su sufrimiento, así como amar la vida desde su concepción. Igualmente sostuvo que cada cubano debe crecer en el seno de una familia unida, donde se respete la autoridad de los mayores, y se goce de un alto sentido de responsabilidad, así como de alegría y optimismo.

Del mismo modo opinó que cada cubano debe ser protagonista de su propia historia personal y nacional, con el propósito de gestionar una sociedad donde se conjugue libertad y justicia social, libertad y solidaridad, sin que ninguna quede relegada a un plano inferior.