FRANCISCO y la nueva apertura al mundo

Cuentan algunos cardenales que resultaba angustioso ver entrar al cardenal Carlo María Martini en las sesiones del cónclave posterior a la muerte de Juan Pablo II, en aquel lejano año 2005. El eminente teólogo jesuita y promotor por excelencia de un paradigma eclesial renovador, mostraba signos inequívocos de gran deterioro físico producto del Mal de Parkinson, enfermedad que poco tiempo después terminaría llevándoselo de este mundo.

La figura temblorosa y físicamente decadente -bastón en mano- del que fuera arzobispo de Milán era, aparentemente, una metáfora viva de las posibilidades reales que tenía esa eclesiología de guiar los destinos del catolicismo, a todas luces necesitado de repensarse colegiadamente a la luz del Evangelio y de la inspiración del Espíritu. Recuerdo, días después de la elección del Santo Padre Benedicto XVI, haber leído en el periódico italiano La Stampa las supuestas notas del diario de un cardenal que había participado del cónclave sixtino. La primera votación: Carlo María Martini: 5 votos. Luego, el colegio cardenalicio se debatiría entre Jorge Mario Bergoglio y Joseph Ratzinger.