Hemos terminado, satisfechos, nuestra Semana Social Católica que, según la cuenta, fue la décima; y eso es así, simplemente, porque estas Semanas tienen una historia –no tan larga, pero sí en ascenso– que nos pertenece y que valdría la pena conocer y admirar. De nuestras primeras Semanas hay pocos datos que ofrecer, y mucho que agradecer, porque se extraviaron en la lejanía (no tan distante) del tiempo, que inexorablemente transcurre, y la memoria que envejece y olvida. Quizás, también, no se tenía entonces mucha claridad sobre la historia eclesial y social, de servicio, que estas Semanas iban escribiendo a renglón seguido, unas tras otras…