Inteligencia ¿para el bien y para el mal?

En días pasados un grupo de amigos trajo a nuestras tertulias de ocasión el tema de la inteligencia humana. Cosa no rara: de pronto todos estábamos hablando de un personaje al que, tradicionalmente, reconocemos como un individuo inteligente, y alguien discrepó al decir que para él no era nada inteligente debido a que la relación con su familia era un desastre. Ese hombre, recalcó, no puede ser inteligente porque la inteligencia construye… y él no ha construido nada que sirva en su vida.  Después de esa intervención puede el lector imaginar lo que sucedió. Unos decían que la inteligencia nada tenía que ver con que fueras mejor o peor persona, buen padre o mal hermano. Otros, que era verdad que los tipos inteligentes siempre construían imperios de felicidad a su alrededor. De regreso a casa pensé mucho       –curioso verbo en este tema- sobre qué era en esencia la inteligencia humana. Deslindar sus diferentes acepciones pudiera ser un ejercicio interesante porque… ¿quién no ha conocido inteligentes malos y buenos?