A propósito del tema del Dossier, la emigración, esta sección reproduce un mensaje del Cardenal arzobispo de La Habana, de marzo de 1994, con motivo de la llamada Crisis de los balseros.
En la homilía del día 1 de enero, en la Iglesia Catedral de La Habana, al inaugurarse el Año Internacional de la Familia, decía que en estas tres últimas décadas la familia cubana está marcada por la separación de sus miembros a causa de la salida del país de una parte de los mismos. Es cierto también que hay familias que se han marchado con todos sus integrantes, los cuales, generalmente, han podido reunirse en el extranjero en forma sucesiva, pero el número de los que no han alcanzado ese objetivo es alto. Lógicamente, pues, mucho se ha hablado en estos años de la reunificación familiar, pensando en quienes han quedado en Cuba separados de sus familiares cercanos.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la reunificación familiar parece convertirse cada vez más en un sueño irrealizable. Es muy alto el número de cubanos residentes en el extranjero con familiares cercanos en Cuba. Por otro lado, el tiempo complica naturalmente la historia familiar y se producen casamientos y nuevos nacimientos que amplían el número de los allegados en una proporción notable, creándose así una cadena, cuyos eslabones no cesan de multiplicarse y que parece no tener fin.