Impulsada en gran medida por un afán mimético respecto a los estilos de vida que se nos proponen continuamente como modelos en las imágenes con que nos bombardean sin cesar la TV, el cine y los medios impresos, el proceder de grandes sectores de la humanidad ha ido evolucionando hacia la adquisición de hábitos y conductas caracterizadas por un nivel de consumo cada vez más insensato e irresponsable. Es alarmante el modo insidioso con el que esta evolución va ampliando el alcance del concepto de lo que es “desechable”, de modo que incluye hoy no solo muchos objetos que tal vez nunca pudimos imaginar que llegarían a estar en esta categoría, sino que se aplica cada vez más, a contrapelo de la más elemental humanidad, a las personas.