La esperanza hace del fin “un fin”

Querido Umberto Eco:

Estoy plenamente de acuerdo en que se dirija usted a mí utilizando mi nombre y apellido, y por ello yo haré lo mismo con usted. El Evangelio no es demasiado benévolo con los títu los (“Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”… ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra… ni tampoco os dejéis llamar “maestro”“, Mateo 23, 8-10). Así resulta, por otra parte, más claro, como usted dice, que este es un intercambio de reflexiones realizado entre nosotros con libertad, sin corsés ni implicaciones de cargo alguno. Espero, en todo ca so, que se trate de un intercambio fructífero, porque me parece importante poner de relieve con franqueza nuestras preocupaciones comunes y buscar la manera de aclarar nuestras diferencias, sacando a la luz lo que verdaderamente es diferente entre nosotros.