Las relaciones entre la Iglesia católica y el surgimiento de la cultura cubana no han sido suficientemente estudiadas hasta hoy. Dificulta esa labor el apasionamiento con que los historiadores abordan el tema, habitualmente polarizados hacia un extremo: por una parte los que lo hacen de un modo que pudiera llamarse “apologético”, en el que llegan a atribuir a la institución eclesial los acarreos y valores fundamentales de nuestra cultura y los que, desde la banda opuesta, sólo ven manquedades y desaciertos en la presencia católica en la Isla. Estas páginas son un intento de abordar este complejo asunto, si no en toda su extensión, al menos en su período inicial, aquel que se extiende, de manera convencional, desde los albores del siglo XVI hasta la mitad del siglo XIX cuando comienza a cristalizar la reflexión sobre el ser insular a partir de las guerras de independencia.