No cabe duda que tener un libro al alcance es lo más importante si se quiere leer, pero, en segundo lugar, es importante establecer una comunicación con el lector que lo informe, anime, oriente y acompañe. Ahora que la producción de libros en el país parece haberse recuperado, y se crean nuevas instituciones culturales, queda pendiente la tarea de volver a ganarse un público como el de las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo.
La deficiente promoción literaria puede ser nefasta. El autor le lanza su libro en la espalda al público, y no sabe cuán duro le dio, se pierde la retroalimentación, y luego la afinidad, cuando ambos toman rumbos distintos.