Todos los que estamos frente a un aula queremos que nuestros estudiantes aprendan, e indefectiblemente nos embarga una sensación de frustración cuando vemos que no logramos que el educando alcance el nivel de aprendizaje que nos hemos propuesto, y si a esto se une una actitud indiferente del estudiante, la frustración se magnifica. Superarse y actualizarse es una actividad prácticamente inherente al maestro, no solamente por los cursos, seminarios y otras actividades a las que planificadamente debe asistir, sino que el reto de enfrentarse cada día a un aula, que cada día es la misma y a la vez no lo es, le impone la autosuperación.
Teniendo en cuenta los raudos avances experimentados por la ciencia y la tecnología: la robótica, la estructura del genoma humano, la clonación, la inteligencia artificial, las redes informáticas, la nanotecnología, los descubrimientos cosmológicos, veremos que al maestro le es imposible mantenerse indiferente ante un mundo que se modifica con celeridad y plantea nuevas interrogantes sobre nuestra forma de concebirlo e interpretar los cambios sociales que en él se producen. La actualización, no solo en un campo estrecho del conocimiento, es condición sine qua non, imprescindible, para dotar al maestro de la capacidad de realizar su función con eficacia.