Entrevista a Monseñor José Félix Pérez,
Secretario Adjunto de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba
Asistió usted a las exequias del Santo Padre Juan Pablo II en Roma, ¿pudiera decirnos brevemente sus impresiones?
Yo llegué a Roma el jueves 7 de abril, en la noche, y me acompañaba la incertidumbre de qué podía pasar allí, qué iba a vivir en Roma. Incertidumbre porque las noticias, antes de salir, hablaban de cuatro millones de personas que estaban llegando; filas de cinco kilómetros para venerar el cadáver del Papa Juan Pablo II con un promedio de espera entre 15 y 16 horas. En esa incertidumbre emprendí el viaje. Al llegar a Roma tuve la agradable sorpresa -lo veo como un regalo de Dios y como expresión del afecto del Señor Cardenal- que al hablar con él por teléfono me invitara a San Pedro de inmediato. Hay que recordar que a las diez de la noche de ese día la Basílica cerraba. Puedo decir que media hora después de llegar a Roma estaba junto al cuerpo de Juan Pablo II. Me vi rezando en medio de un ambiente indescriptible: cariño, emoción y devoción que allí se concentraba y se extendía por Roma y por el Mundo. Fue particularmente emocionante al día siguiente, durante la Misa de exequias del Santo Padre. Tuve la dicha de estar en esa concelebración junto con los párrocos de Roma, y participar de manera muy viva y muy sentida en ese acontecimiento.