Nudos del feminismo en Cuba

No fue nuestra culpa si nacimos en tiempos de penuria.
Tiempos de echarse al mar y navegar.
Zarpar en barcos y remolinos huir de guerras y tiranos al péndulo
a la oscilación del mar.
El que llevaba la carta se refugió primero.
Carta mojada, amanecía. Por algún lado veíamos venir el mar.

Cristina Peri rossi
Descripción de un naufragio (1974)

 

«Definir es salvar». A manera de preámbulo

El presente trabajo(1) consiste en dirigir la mirada a algo que por estar ahí, muchas veces no miramos. La primera sorpresa que recibí de las lecturas acerca del tema, fue enterarme que la filósofa ítalo-mexicana Francesca Gargallo había denominado un texto de su autoría «Antología del Pensamiento Feminista Nuestroamericano» y así evoca el ensayo «Nuestra América» de José Martí, quien integra el patrimonio moral del continente latinoamericano. Comprobé que Cuba no fue el primer país en la región en celebrar un Congreso Nacional Femenino en la región, como todavía se afirma por creernos muchas veces que la mayor de Las Antillas es pionera de numerosas cosas, pues ya en 1906 el Centro Feminista de Buenos Aires había convocado a un Congreso Internacional de Libre Pensamiento, antecedente directo del Primer Congreso Femenino Internacional que se realizó en 1910 en Argentina, lo que significó la primera reunión de este tipo en territorio latinoamericano, mientras que en Cuba se hizo por primera vez en 1923.

Antes de avanzar en la elaboración de este estudio tenía incorporado el concepto del Otro. Estaba lejos de sospechar que con la lectura sobre el feminismo indígena iba a concientizar las debilidades de algunos etiquetados conceptuales en el discurso de género. Como escribiera el poeta y ensayista José Lezama Lima: «Ah! que tu escapes en el instante/ en que ya habías alcanzado tu definición mejor», fue como si una flecha de la soledad americana me atravesara la cabeza. Las mujeres indígenas me hicieron repensar en una resignificación de dicho concepto, cuando explicaron que si los pueblos originarios de Nuestramérica convivieron desde siglos con el resto de sus sociedades, formaron parte de un mismo estado-nación y ahora resulta que terminan calificadas con el título de lo «Otro» a pesar del tiempo y la mutua convivencia.2 «Todo lo que parecía definitivo, se renueva perpetuamente…»3

El concepto de nudo resultó una adquisición importante. Dichos nudos constituyen el «descubrimiento más querido» de Julieta Kirkwood —pionera en la elaboración teórica feminista en Chile, considerada una de las más lúcidas del continente—, los cuales esboza en su trabajo «Ser política en Chile». Encontré en otras latinoamericanas como Alejandra Castillo y la peruana Virginia Vargas esta misma metodología de trabajo de ir desenredando nudos o tensiones existentes dentro del movimiento de mujeres.

Estimo que pude destacar algunos nudos feministas en el caso cubano. Estas consideraciones tienen que ver con procesos actuales, aunque el tema es mucho más abarcador que los resultados que expongo.

En el feminismo —considera la Kirkwood— los tiempos de acción son más veloces que los tiempos de reflexión, pues práctica y teoría no siempre avanzan al compás de su propia historia. A esta incoherencia le denominó así, nudos de la sabiduría feminista. El saber feminista se sustenta y perfila desde dudas, frustraciones, dificultades que dejan a su vez prácticas que son procesos de afirmación de estos saberes. La reflexión de los nudos surge de las tensiones y dinámicas contradictorias del movimiento feminista y ofrece al mismo tiempo una metodología de análisis y de producción de conocimiento. Resulta imposible desmenuzar en toda su magnitud el feminismo cubano. En un estudio de este tipo, el inicio es ya una buena señal. Leer las palabras de la Kirkwood acerca de que todo movimiento social es más lo que pretende ser que lo que efectivamente es, ha constituido una idea importante para también darme cuenta de la necesidad de hacer una valoración crítica y en esencia cualitativa del fenómeno en la mayor de las islas del Caribe.4

 

Emigración, corrupción, pérdida del valor trabajo, desigualdades, pobreza, derrumbes, envejecimiento de la población, son signos evidentes del escenario cubano. Formo parte de una generación que ha tenido que presenciar la partida definitiva de sus hijos. La emigración desangra a la nación y todavía no se avizoran mejoras económicas a corto plazo que detengan la ausencia. Como señala Marcel Proust «…la vida es un poco más complicada de lo que se dice y también las circunstancias.» Por tanto, es inevitable la relación entre feminismo y nación.

Las propuestas de las latinoamericanas, sus intensas luchas por un mundo mejor, representan un incentivo para la búsqueda de nuevas perspectivas, lo que desentona con una especie de aparente inercia cubana, con un supuesto único y victorioso discurso. Ellas se hacen eco de una multiplicidad de sentidos, también desde el malecón habanero debemos recuperar formas de conocimientos y prácticas sociales que articulen un modelo de conocimiento y de vida mucho más plural.

Estas ideas se apoyan en una divisa martiana: «No hay obra permanente, porque las obras de los tiempos de reenquiciamiento y remolde son por esencia mudables e inquietas; no hay caminos constantes.» A esa tesis me sumo para exponer algunos puntos de vista, porque, al final, el texto está lleno de silencios. No se trata de oponerse a una praxis determinada. No es oposición, no es «enfrentamiento», la diferencia no es obstáculo. Como Gertrudis Gómez de Avellaneda —la precursora del feminismo cubano— aspiro a ser fiel a mí misma, nada hay recalentado ni artificioso, todo ha salido como las lágrimas de los ojos y la sangre de la herida.

» El fragmento que nos falta: los nudos del feminismo cubano

Nos falta un fragmento, una «cosa», pero
en ese fragmento y en esa cosa están
todas las cosas esenciales, verídicas
y eternas.
José Lezama Lima «Diarios»

Cuando hablamos de feminismo nos referimos no solo a un movimiento político, el cual nace con la modernidad, específicamente con la Revolución Francesa y las ideas de la ilustración. El feminismo representa una corriente de pensamiento cuya esencia es la equidad entre hombres y mujeres, pero incluye además una manera de vivir. Cuando decimos feminismo nos referimos a toda una historia de reivindicaciones de las mujeres como seres humanos. El feminismo es también una ética que universaliza la tradicional, pues es inclusiva, tiene en cuenta el respeto por la diferencia. Una visión feminista de la vida incluye no solo el respeto a las mujeres, también por los viejos, los enfermos, los discapacitados, los negros, los animales, las plantas…

El feminismo en tanto pensamiento, reflexiona sobre lo femenino como un determinado modo de concebir y habitar el mundo. Porque lo femenino no se debe entender como una práctica sexual, se trata de un sentido vivido.5 Un hombre puede tener un sentido femenino de la vida y no tiene que ser homosexual; sino que posee una sensibilidad diferente. La crítica feminista consiste en leer aquello que no ha sido leído, en leer con una mirada diferente, en escuchar de otro modo, por eso hay que visibilizar obras importantes, volver a oír y ver las obras que ya fueron vistas y oídas en otros tiempos. Hombres y mujeres pueden apropiarse de lo femenino. Por ello, como bien afirma Alejandra Castillo, el feminismo no busca construir «una comunidad de mujeres», como corrien te de ideas se nutre de todo lo universal, ninguna creación le es ajena.

No puede existir el género si no existe el feminismo, para desarrollar un proyecto con enfoque de género es imprescindible saber de feminismo. El desarrollo teórico de la perspectiva de género implica necesariamente una carga crítica y transformadora de la realidad social.

En el caso cubano, la cuestión de la información es especialmente difícil. Nuestras bibliotecas presentan un estado grave por el deterioro de inmuebles, mobiliario y sobre todo por la reducida adquisición de libros y revistas. Esa situación a nivel nacional de las bibliotecas incluye, por tanto, una desactualización de la información en la que los temas de feminismo y género están incluidos, salvo algunas excepciones. No obstante, es obvio que resulta insuficiente; además, Cuba no es solo su capital, lo que muchas veces olvidamos. A ello se unen las grandes dificultades que todavía encontramos para acceder a Internet.

El caudal reflexivo que emana del resto de Latinoamérica en la actualidad alcanza a la Isla solo de manera intermitente, sobre todo para su promoción con fines docentes, con excepción de algunas personas que por sus cargos y funciones institucionales obtienen sistemáticamente información acerca del tema. No obstante, la producción de textos nacionales sobre género ha podido tener lugar debido fundamentalmente al financiamiento de la cooperación internacional, a la labor de la Editorial de la Mujer, a unas cuantas Organizaciones No Gubernamentales, a la participación de mujeres dedicadas a este contenido en concursos nacionales e internacionales de manera creciente y en intercambios en eventos científicos, a la inclusión de artículos e incluso dossiers dedicados al género en revistas como Temas, Unión, La Gaceta de Cuba, Casa de las Américas, Revolución y Cultura.

Tanto en Cuba como en el resto de Nuestramérica hay una larga tradición de luchas feministas. En los años sesenta del pasado siglo en el territorio cubano esa tradición que se inicia en el siglo xix con el pensamiento de Gertrudis Gómez de Avellaneda y atraviesa el xx con la lucha por el acceso al sufragio, la ley de la patria potestad y otras reivindicaciones, insertadas en un contexto social y político complejo, adquiere otros tonos y matices con la Revolución de 1959. Se producen rupturas y conversiones e incluso la palabra feminismo va apartándose por un aparato conceptual donde, si bien en la práctica tenía lugar una forma de feminismo revolucionario, a la palabra le pasó como a otras tales como señor y señora, fueron relegadas por considerárseles propias de una ideología burguesa. A ello se une el desdén histórico —aquí como en otras partes del mundo— que ha sufrido el mismo feminismo. Todo eso hace que su nombre entrara en un largo silencio.

Solo a principios de los noventa del pasado siglo, la palabra feminismo hace su reaparición en la Academia cuando la única organización femenina existente posibilita la creación de las Cátedras de la Mujer en las universidades. Es decir, hay rupturas y a la vez continuidades. La socióloga Marta Núñez señala que aunque las cubanas llegaron tarde a los estudios de género —en relación con las norteamericanas, canadienses, europeas y latinoamericanas— lo hicieron con una formación profesional seria, por los años de experiencia en investigaciones, con títulos de doctorados, maestrías, postgrados.

Cuenta Norma Vasallo que cuando nace la Cátedra de la Mujer en la Universidad de la Habana fue la chilena Rosario Carcuro quien contribuyó a potenciar los primeros pasos en estudios de género, allí compartió sus conocimientos sobre feminismo, las apropiaciones y aportes que se generaban desde América Latina.6

Para un desarrollo del tema de feminismo y género, para que estas ideas se articulen e integren al pensamiento cubano, es elemental, como parte del desarrollo de las ciencias sociales, la continuación sistemática de la introducción de tal enfoque en la educación general. En las enseñanzas primaria, secundaria y preuniversitaria aún no existe tal perspectiva, lo que complejiza y hace más difícil la tarea universitaria de transversalización del enfoque de género.

Un número significativo de carreras universitarias avanzan en la difusión del tema: Sociología, Historia, Comunicación Social, Psicología, Derecho, Artes y Letras. A veces la introducción no va tan rápido, pero se fortalece la docencia, aunque hay un conjunto de profesores que están todavía al margen de este saber. La Filosofía se encuentra en un letargo con respecto a «ponerse al día» en cuestiones de este tipo. Recién comenzó con un curso electivo. Otro lugar importante con un crecimiento ascendente en los estudios de género es el Instituto de Filosofía con el Grupo GALFISA (Grupo América Latina, Filosofía Social y Axiología)

Casa de las Américas comenzó a establecer redes a través del Programa de Estudios de la Mujer fundado por Luisa Campuzano, por influencia y en coordinación con el Programa Interdisciplinario del Colegio de México. Mirta Yáñez —amiga de Elena Urrutia, coordinadora entonces de dicho Programa en El Colegio de México— insistió en las coordinaciones institucionales y en 1990 se celebró un primer encuentro sobre literatura de mujeres y estudios de la mujer. Para la realización de esta actividad se vincula la Casa con la Facultad de Artes y Letras, la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana y el Instituto de Literatura y Lingüística.7

En esa historia de relación con el Colegio de México, es donde se establece una de las grandes redes entre el feminismo de América Latina y el nuestro en el plano académico. Hubo personas que recibieron becas de la institución mexicana. También se organizaron cursos internos como los realizados sobre Simone de Beauvoir y Virginia Woolf. En 1994 nace el Programa de Estudios de la Mujer, de Casa de las Américas, lo que coincidió con el centenario del nacimiento de la feminista y profesora dominicana Camila Henríquez Ureña, algo muy simbólico para el abrazo nuestro americano. Incluso, se convocó al primer Premio de Ensayo sobre Estudios de la Mujer en el contexto del Premio Literario Casa de las Américas. En medio de este proceso, de manera paralela se funda la Cátedra de la Mujer en la Universidad de La Habana, en coordinación con la Federación de Mujeres Cubanas, iniciativa seguida por otras universidades del país.

En una visita que le hice a la entonces directora de la Editorial de la Mujer, Isabel Moya, fue una satisfacción constatar un aire de renovación, de elevación del contenido, aunque aún existe una representación social negativa y una dosis apreciable de desdén que demerita la labor de la Federación de Mujeres. En una entrevista que leí en la propia revista hay declaraciones que una joven resume en pocas palabras: «es una organización muy necesaria, pero le hace falta un poquito de sazón»

Periódico Juventud Rebelde, La Habana, 24 de enero de 2006, p. 1.

Periódico Juventud Rebelde, La Habana, 24 de enero de 2006, p. 1.

Mientras la revista Mujeres evidencia signos de cambios hacia el cuestionamiento ponderado, reflejo de preocupaciones y transformaciones, el Programa «Cuando una mujer», que transmite la televisión, sigue en un plano artístico y de contenido mediocre y «sin sabor» lo que provoca en los televidentes el aburrimiento y la inclinación hacia el «paquete» que venden particulares e incluye películas, programas de participación y noticias «sospechosas».

Una de las cuestiones que planteó la chilena Julieta Kirkwood es la necesidad de profundizar en el cuerpo teórico del feminismo. En el caso cubano, el país cuenta con un grupo significativo de mujeres que desde la Academia y de otros cenáculos de pensamiento, generan ideas, reflexionan, exponen criterios acerca del desarrollo de este movimiento. Renuncio a formular un pliego de nombres, no deseo pecar por exclusión. «A conflictos innumerables, reflexiones innumerables» Por otra parte, he podido ampliar mi visión sobre el asunto feminista en nuestro contexto actual a través de textos que han salido a la luz acerca de problemas sociales como la discriminación racial. A ello se suma la información que pude recoger a partir de conversaciones que sostuve con algunas feministas

» El feminismo como política en Cuba

hace dos días que sólo comemos moral, de la alta, compañero,
Cristina Perirossi, Estado de exilio (2003)

Está por hacer, o tal vez esté tejiéndose ya, una historia del feminismo cubano posterior al año 1959, cuando comenzó a cambiar la vida de la nación por sus estremecimientos económicos, políticos y sociales. La Revolución Cubana unificó a todas las organizaciones femeninas que apoyaban el cambio.

Hay dos cuestiones principales que desearía subrayar:

1ra.- El nacimiento de una organización única que agrupara a todas las que de una u otra forma habían participado en la lucha insurreccional a través de las mismas guerrillas o de la clandestinidad, se hizo en un contexto de participación de las más destacadas, en representación de diferentes sectores del país y tras una invitación de la Federación Democrática Internacional de Mujeres a participar en el Congreso por los Derechos de la Mujer y el Niño que tuvo lugar en Santiago de Chile a fines de noviembre de 1959. Fue en ese tiempo cuando se gestaron las bases de la Federación de Mujeres Cubanas, que nació en 1960 y constituyó un proceso donde Latinoamérica estuvo involucrada directamente. Paralelo a la instauración de la organización se realizaron muchas actividades como cursos de corte y costura y cursos de primeros auxilios, aunque algunas de estas actividades eran y son muy útiles, no había conciencia todavía de que reproducían los estereotipos de género. Ese Congreso de Chile sirvió para establecer las relaciones de las mujeres de Cuba con América Latina.

2da.- La segunda cuestión es que el feminismo verde olivo se transformó al cesar la guerra en un feminismo «revolucionario». Claro que todo feminismo es revolucionario por naturaleza. Pero en este caso significa que se gesta en función y para el apoyo de la dirección de la Revolución. Las mujeres se beneficiaron y, al mismo tiempo, la Revolución tuvo el apoyo incondicional de sus mujeres.

Fue una sorpresa encontrar una idea de Kirkwood semejante a la situación cubana, la cual plantea cómo «en los momentos de mayor profundización democrática y mayor participación social y política, el movimiento popular en su conjunto no asumió —ni política ni teóricamente— ciertas categorías de problemas reivindicativos más específicos, los cuales se suponían automáticamente resueltos por la gran resolución del “conflicto de clase fundamental”».8 Esto es crucial para el análisis del panorama postrevolucionario. Creo que sería injusto negar los beneficios otorgados a las cubanas por la labor de la Federación de Mujeres Cubanas:

  • Después de 1959 se comenzó a elevar la incorporación de las mujeres a la esfera pública y se manifiesta una preocupación por la superación cultural de las amas de casa.
  • El 10 abril de 1961 se inauguran los tres primeros Círculos Infantiles,
  • Se establece en octubre de 1961 la primera Escuela de Superación para Domésticas «Patricio Lumumba» Poco antes se habían creado escuelas nocturnas para que alcanzaran el sexto grado. Recibieron clases de automovilismo, de secretarias y de oficinistas para que se abandonara la condición de sirvientas.
  • Se funda el Plan de Educación para Campesinas Ana Betancourt en 1961. Miles de muchachas, procedentes de las áreas rurales, recibieron clases de corte y costura, de superación cultural y una capacitación como promotoras de los cambios sociales en sus comunidades.
  • Nace la Revista Mujeres en noviembre de 1961 en sustitución de
  • La Federación de Mujeres Cubanas participa en la erradicación de la prostitución. En 1959 el país tenía aproximadamente 100 000 prostitutas. Se inició entonces un proceso de reinserción social asumido de forma voluntaria por casi todas estas mujeres. Se cerraron burdeles, se atendieron a los hijos de las prostitutas, se ofrecieron escuelas, trabajo y centros de salud.
  • Miles de mujeres participan en la Campaña Nacional de Alfabetización en 1961 y se alfabetizan 380 000 adultas.
  • En 1962 se funda la Escuela de Cuadros Fe del Valle, que después se convierte en el Centro Nacional de Capacitación de la Mujer.
  • En 1997 se crea el Grupo Nacional de Prevención y Atención de la Violencia Intrafamiliar.
  • En el 2015 más del 66% de la fuerza laboral profesional la integran mujeres. También en la actualidad se ha elevado el número de mujeres en las diferentes instancias del Poder Popular. Cuba se encuentra en un destacado lugar en cuanto a representatividad femenina en el Parlamento.

Hay que tener muy en cuenta que la FMC nace en circunstancias especiales. En una de las entrevistas alguien comentaba que hay países que quisieran tener una organización que represente a sus mujeres. En Cuba ese nivel de institucionalización surgió en un momento de complejidad y de compromiso con la Revolución en el poder muy profundo. Si revisamos los lemas enarbolados en cada congreso de la organización comprobaremos ese actuar de las mujeres unidas al proyecto revolucionario. Eso es fácil de comprender, pues la FMC nació alentada por él, parida por él. Pero en su misma peculiaridad está su vulnerabilidad. Alejandra Castillo en su trabajo «Nudos feministas» destaca cómo a menudo a las mujeres se les trata como apoyo para los fines de otros, más que como fines en sí mismos.9 El vaso comunicante fue su Presidenta Vilma Espín Guillois, cargo declarado como «eterno», «por siempre», en el 8vo. Congreso de la FMC en el 2009, decisión nada feminista.

Veamos los lemas que presidieron las sesiones de los congresos de la FMC de acuerdo con su orden cronológico:

1ro. (1962) «Adelante en la construcción del Socialismo»

2do. (1974) «Profundizando la acción revolucionaria de la mujer»

3ro. (1980) «Por nuevos logros hacia el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer»

4to. (1985) «Toda la fuerza de la mujer al servicio de la Revolución»

5to. (1990) «¡Hemos elegido a conciencia: Socialismo, pase lo que pase!»

6to. (1995) «Toda la patria está en la mujer, si ella falla morimos, si ella nos es leal, somos.»

7mo. (2000) «Con la fuerza, la firmeza y el amor del primer día»

8vo. (2009) «Unidas por la patria»

9no. (2014) «Por la patria, unidas y victoriosas»

Fuente: revista Mujeres No. 1/2014

La igualdad corre el peligro de convertirse en el mito de la igualdad. Como se puede constatar, a excepción del 3er. Congreso de la FMC, que sí enarboló una reivindicación femenina, los restantes plantearon como emblemas la incondicionalidad a la Revolución y a la patria. Aunque la organización nunca ha dejado de lado acciones generales desde las políticas públicas a favor de las cubanas, es obvio un predominio de la subordinación política al Partido Comunista y al Gobierno por parte de la dirección de la única institución femenina. Esa carencia de autonomía se ha suplido en alguna medida por medio de otras expresiones emergentes del feminismo que están teniendo lugar, pues ellas forman parte de otros espacios, de otros saberes, de otras acciones que cuentan con un discurso más fresco. Es el caso del Programa de la Mujer de la Casa de las Américas, la propia directora de esa institución expresó lo siguiente: «Nuestro espacio es el de la cultura y la historia de las mujeres. Es la cultura porque nos lo propusieron. Nos dijeron que nos ocupáramos de la cultura, nos dijeron: “Casa de las Américas se ocupa de la cultura, ustedes se ocupan de la cultura de mujeres, no de otras cosas, porque para ellas existen otras instituciones”».

Al espacio creado por las mujeres comunicadoras como resultado de la celebración en La Habana del 1er Encuentro Iberoamericano de Mujeres Comunicadoras en 1993, se le denominó Magín (significa inteligencia, comprensión) Cuando allí se escucharon a las mujeres de otros países, se dieron cuenta de que el discurso cubano no encajaba en el debate feminista y de género que con mucha fuerza tenía lugar en otras naciones.

En medio de la crisis que entonces asolaba a la Isla, un grupo de mujeres profesionales de los medios de comunicación, y también de la salud, escritoras, artistas, diputadas y delegadas del Poder Popular, se pusieron de acuerdo para asimilar el tema de género. Así fue cómo surgió la Asociación de Mujeres Comunicadoras «Magín».

De 1993 a 1996 funcionó Magin, pero este último año fue desactivada la organización porque, según cuentan algunas de sus participantes, la Federación envió esta orden: «aquí solo puede existir una organización de mujeres». Del trabajo del grupo salieron muchas actividades, como talleres, revistas, plegables, folletos. Esta nueva asociación contó con el apoyo de algunas feministas latinoamericanas, entre ellas la ecuatoriana Irene León, la peruana María Esther Mogollón, la costarricense María Elena Montenegro, la mexicana Guadalupe Espinosa. También aquí, en este frustrado nacimiento, estuvo presente la huella latinoamericana.

Hasta 1996 se hicieron aproximadamente cincuenta talleres, que tuvieron como temas la salud de las mujeres, la violencia sobre ellas, el sexismo en el lenguaje, género y derecho, la mujer en la edad madura, entre muchos otros. Sus actividades se extendieron a otras provincias. Este grupo tuvo varios proyectos que no pudo llevar a cabo: fundar una revista, continuar con la capacitación, estudiar la ruta de la esclava, crear multimedias, interrelacionarse con el Caribe, incidir en la escuela cubana, entre otros.

Como resultado de toda esa efervescencia de Magín pudieron cristalizar resultados como Reyita sencillamente de la autora Daisy Rubiera Castillo, considerado un clásico de la historia oral cubana, y varios documentales. Las magineras elaboraron un libro sobre la existencia de este grupo, reunieron dinero entre ellas para su publicación.

En el libro de Alberto Ruy Sánchez Tristeza de la verdad. Andre Gide regresa de Rusia se cita esta declaración del escritor francés: «Es casi inevitable conocer la tristeza de la verdad cuando ella corta nuestro impulso entusiasta del día anterior, cuando es dicha y nadie quiere oírla, cuando tus amigos de ayer y tus enemigos de siempre, prefieren, juntos, lincharte antes de permitir que tus dudas dialoguen con tus certezas.»

En un análisis del Programa de Estudios de la Mujer (PEM) de la Casa de las Américas, se plantea que constituye una idea equívoca afirmar que la Revolución Cubana le entregó todos los derechos a las cubanas, mientras que las demás latinoamericanas y el resto de las caribeñas, tienen que luchar por ellos. Aquí va implícita la declaración de la necesidad de una actitud femenina más contestataria que refleje ciertas insatisfacciones ante un discurso oficial que como regla tiende a magnificar «los logros de la Revolución» en el plano de las mujeres. El concepto de autonomía es necesario desarrollarlo. Entiéndase autonomía como la capacidad de elegir y perseguir las propias metas, o, dicho en otras palabras, la capacidad de elegir entre posibles modelos de vida.

Para alcanzar lo anterior debemos comenzar por desmontar una concepción rígida de mirar la relación mujer-poder. Ello nos obliga a virar la cabeza para el otro lado de la realidad, mirar a esa Cuba profunda de la que no se habla pero que pide a gritos que atendamos a sus requerimientos. Hoy más que nunca la Isla debe aproximarse al desarrollo de una cultura de paz interna. Cuando tu compatriota te roba en un mercado se produce un maltrato, cuando un médico no te atiende correctamente te maltrata, cuando tienes que transitar por una sucia y destruida ciudad te maltratan, cuando te pagan una miseria por todo el trabajo que desarrollas, te maltratan. El maltrato viene entonces de determinados conciudadanos y del propio Estado. Hay que repensar el enorme asunto de la reconciliación entre los mismos cubanos. Eliminar los oprobios de la violencia física y simbólica contra los que piensan diferente, los actos de repudio, la palabra «gusano» e incluso «los problemas ideológicos» sería sentar las bases para ensanchar la tarea de la libertad.

El hecho de que tengamos igualdad de oportunidades en la carrera por el poder, no es garantía segura para el resultado de dicha carrera.

La celebración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es aquí una fiesta ridícula: los hombres felicitan a las mujeres y les regalan alguna flor o una postal, algo bastante insulso. Debería ser un día de exigencia, de debate, de pensamiento. Resulta paradójico que en México, por solo citar un ejemplo, es el día elegido para divulgar noticias terribles sobre la condición que padecen las mujeres.

En 2015 se celebró el capítulo cubano de la IV Acción Internacional de la Marcha Mundial de Mujeres. Algunas de las organizadoras tuvieron la iniciativa de colocar carteles sobre esta actividad en los ómnibus denominados ruteros, que circulan en La Habana, con el lema: «Seguiremos en marcha, hasta que todas las mujeres seamos libres». Los carteles no pudieron colocarse. En Cuba el evento se inició con un conversatorio en la Facultad de Filosofía de la Universidad de La Habana, pero sin la asistencia de los estudiantes. El día fijado para la realización de la marcha, esta se hizo en el limitado espacio del salón de la Editorial de la Mujer. En el país de las incontables marchas no hubo voluntad de convocar a una dedicada íntegramente al tema mujer. ¿Por qué una acción de este tipo tuvo tan baja resonancia? No se realizó una propaganda amplia, tal como se hace para denunciar otro tipo de injusticias.

Luisa Campuzano planteó la necesidad de extender redes, asociaciones, para el contexto cubano: «No aferrarnos a un modelo, no aferrarnos a un esquema». Con ello indica la necesidad de otro punto de unión, de encuentro.

» Feminismo & racismo

En la década de los 90 del pasado siglo se manifestó una nueva ola cubana que había comenzado a gestarse a finales de los ochenta. Ese discurso de género renovado abrió las puertas para que se estudiaran otras desigualdades. En los momentos actuales se manifiestan algunos fenómenos de desprecio a todo lo que sea pobre, negro, guajiro, marginal. Por la importancia de la cuestión del racismo selecciono este tema entre varios, como uno de los nudos donde el feminismo cubano debe profundizar.

Georgina Herrera, poetisa nacida en 1936 en un pueblo del interior, para escapar de la miseria emigró a La Habana, donde vivió en un cuarto con otros familiares. Cuando llegó la Revolución trabajaba de sirvienta doméstica. Logró superarse y convertirse en escritora de programas para la radio y la televisión. En la década de los 60 trabajó como realizadora en un programa radial sobre Aimé Césaire, cuyo equipo técnico estaba integrado en su mayoría por negros. Eso trajo como consecuencia que tuvieran problemas, pues lo consideraron una especie de conspiración. Otro incidente que sufrió en los 70 fue con motivo de proponer una novela que abordaba la cuestión racial; se le explicó entonces que era imposible radiarla porque «era de negros». Le argumentaron que «la cosa no estaba para eso». No es que Georgina Herrera tuviera mala suerte. Ella había pertenecido al grupo literario «El Puente», que mayormente conformaron negros y homosexuales y fue acusado de intentar crear una división racial pronegra en la cultura cubana. En 1971, cuando se celebró el Primer Congreso de Educación y Cultura, se refrendó la condena a ciertas «sectas religiosas, fundamentalmente las procedentes del continente africano (ñáñigas o abakuá)», por sus supuestos víncu los con la delincuencia.10

En su trabajo «Quebrar silencios y exclusiones», Daysi Rubiera recuerda la historia de la discriminación a las negras y mestizas, pero el fenómeno persiste en el panorama cubano actual. Relata Daysi cómo a las negras todavía les es difícil acceder a determinados puestos de trabajo que tienen que ver con la apariencia física. Resulta evidente todavía la escasez de presencia negra en papeles protagónicos en la televisión, el teatro y el ballet, por solo mencionar algunas actividades donde predomina una estética de piel blanca. La autora de Reyita, sencillamente explica la existencia de una gama de manifestaciones violentas hacia las negras cubanas que va desde la mirada insolente y letras de canciones, hasta personajes de tele y radionovelas, chistes, etc…

El ensayo Elogio de la altea o las paradojas de la racialidad, de Zuleica Romay, constituye un estudio del racismo y la discriminación racial en Cuba. Su autora expone los términos despectivos con que se alude a los tipos de pelo, nariz y boca atribuidos a los negros y sus descendientes: «es prieta pero no tiene pasas», «él no tiene bemba a pesar de ser negro», «la niña es muy bonita, no sacó la ñata del padre». Asimismo, destaca cómo los prejuicios y la discriminación adolecen en el país de un tratamiento sistemático, lo que los sustrae de instituciones como la escuela, las organizaciones sociales y los medios de comunicación. También subraya la manera de aparecer el negro en la historia de Cuba, siempre cargado de cadenas, sin pasado, hundido en la ignorancia.

Sobre los cambios económicos que están teniendo lugar y las desigualdades en la actualidad cubana opina la socióloga Mayra Espina Prieto: «… la actual reforma… si bien genera nuevas oportunidades de empleo, de ingreso, no todo el mundo puede aprovechar de igual manera esas oportunidades. Y aquí hay algunas alertas de qué está pasando: las mujeres, la población no blanca, los ancianos, territorios específicos —especialmente del oriente del país—… son más víctimas de los procesos de empobrecimiento… tienen menos acceso a esas nuevas oportunidades…»11

» Feminismo y cultura de paz

Otro nudo demasiado escabroso radica en la necesidad de apartarse de posturas de violencia y de abrir paso a la promoción de una cultura de paz. La violencia va desde lo simbólico, como es el propio logotipo de la Federación de Mujeres Cubanas, hasta el hecho de apoyar ciega e irreflexivamente cualquier tarea, como los penosos actos de repudio donde se golpea a personas que disienten del gobierno. Lo que sucedió en la Cumbre de las Américas, celebrada en Panamá, donde los cubanos de las dos orillas, se enzarzaron a golpes, hizo que se demeritaran mutuamente. Fue un acto antimartiano que habla de la nación que aún nos falta construir. Cuba ofreció un espectáculo de charanga bullanguera, de comunismo cuartelario y grosero, como el propio Carlos Marx lo denominó en un capítulo de sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844.

El feminismo debe ser manantial interpretativo de la realidad social, debe aspirar a lograr una sociedad conformada por pactos no patriarcales, no excluyentes de ninguna libertad. A pesar del asombro que genera la actividad desplegada por la Federación de Mujeres Cubanas, todavía la necesidad de continuar en un proceso de cambio de mentalidad tiene que ver con el vínculo feminismo-nación.

Jacques Derrida tiene una filosofía sobre el enemigo, pues piensa que los enemigos que tenemos en nuestras vidas personales nos acompañan en el tiempo. Ahí el filósofo francés encuentra cierta solidaridad por ese hecho. Los enemigos contemporáneos, comenta: «no hemos compartido nada, salvo el presente». A ese compartir tiempo y espacio lo llama, aunque sean individuos que se consideran contrarios, «compasión fundamental». Algo que destaca es que puede haber más compasión en la guerra que en la paz.

Quedé perpleja ante una caricatura del periódico Juventud Rebelde, cuando en el año 2006, salió una imagen fálica para responder al «enemigo», ejemplo de violencia, vulgaridad y machismo.

» «El feminismo soy yo»: a manera de conclusiones

El triunfo del feminismo es existir en un teatro, en un salón de reuniones, en una sala y en una cocina, sus desaciertos constituyen los desencuentros, pero estos a la vez son expresión de una pluralidad de ideas y posiciones, demuestran la riqueza que lo constituye; el reto más importante es articularse al contenido complejo del desafío que tiene Cuba como nación.

Si bien se ha manifestado una solidaridad de los pueblos latinoamericanos hacia Cuba y el agradecimiento a la medicina cubana por sus gestos altruistas, no es menos cierto que la Isla caribeña se despliega en su interior en una incertidumbre futura que complejiza el desarrollo de prácticas cotidianas hacia una mejor equidad y comprensión del papel que debe desempeñar en toda su autenticidad la sociedad civil cubana. Lo importante es llegar al convencimiento de que el feminismo es también un movimiento social y que las agendas de cualquier movimiento no son las del gobierno, pues tienen lógicas diferentes, sin que necesariamente sean contrincantes.

El espíritu feminista es de amplia convocatoria y a la vez solo un feminismo que, en nuestro caso, hable en cubano, puede revolucionar los cimientos del sistema patriarcal que todavía impera. Creo que muchas cubanas —federadas, magineras, académicas, afrodescendientes— están en la misma línea de ese feminismo crítico que no desea usar categorías políticamente correctas. Por ello, están alineadas con lo más lúcido del pensamiento latinoamericano.

Si el feminismo es una ética, tiene que convertirse en un arte, pues debe saber de prudencia, de sentido de la vida y de felicidades. Debe repetir con Píndaro: «no busques lo imposible, sino agota lo posible». Y en tanto ética debe tener el decoro de no querer exhibir el «yo», es necesario hacer virtud de esa imposibilidad.

Notas:

1.Versión resumida del ensayo Palabras que definen: Cuba y el feminismo nuestroamericano. Mención especial del Concurso de Género Julieta Kirwood del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) 2015.

2.Gargallo Celentani, Francesca. Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en Nuestra América. Ciudad de México, Editorial Corte y Confecciones, 2014.

3.Proust, Marcel. En busca del tiempo perdido 7. El tiempo recobrado Madrid: Alianza Editorial, S.A, 1988, p.388

4.Kirkwood, Julieta. El feminismo como negación del autoritarismo. Ponencia presentada en FLACSO ante el Grupo de Estudios de la Mujer, Buenos Aires, 4 de diciembre de 1983, p. 2.

5.Collin, Françoise 2006 Praxis de la diferencia. Liberación y libertad. Barcelona, Icaria Academia, 2006, p. 72.

6.Acosta, Dalia y González, Ivet Recordar los inicios. xx Aniversario de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana. La Habana, Editorial Asociación Cubana de Producción Animal, 2012, p. 32.

7.Campuzano, Luisa (Compiladora) Asociacionismo y redes de mujeres latinoamericanas y caribeñas. La Habana, Fondo Editorial Casa de las Américas, 2014, p. 62.

8.Kirkwood, Julieta «Ser política en Chile». Las feministas y los partidos. Santiago de Chile: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 1986, p. 28.

9.Castillo, Alejandra. Nudos feministas. Política, filosofía, democracia. Santiago de Chile, Palinodia, 2011, p. 59

10.Barquet, J. (ed.) Ediciones El Puente en la Habana de los años 60: lecturas críticas y libros de poesía. México, Ediciones del Azar A.C., 2011, p. 112.

11.Espacio Laical # 4/2014, p. 82.