La vida, la libertad y la dignidad son inmanentes a la persona humana. Esta verdad tiene su fundamento en el hecho de que somos criaturas de Dios y amados infinitamente por Él. La historia de la Humanidad indica que la tendencia es cada vez más a tomar conciencia de que ella es la base de toda convivencia social y del mutuo respeto y reconocimiento entre los hombres. Estos valores constituyen derechos naturales de la persona. Nadie concede dichos derechos puesto que todos son inherentes a la persona. El estructurar categorías sobre la primacía de uno sobre otros, es imposible puesto que la persona es una y no seccionada o dividida.