Ha sido, en Cuba, bastante difundido todo el proceso relacionado con el referéndum propuesto por el presidente venezolano Hugo Chávez. Dicho proceso, es imprescindible reconocer, estuvo signado por la polarización y la agresividad, pues del resultado dependía el modelo de Estado que regiría los destinos de la nación y, en alguna medida, hasta el modelo de vida privada de toda la ciudadanía.
De inmediato conocimos que el resultado del referéndum otorgaba la victoria a los partidarios de no aprobar las reformas propuestas por el presidente Chávez, con una diferencia inquietante de 51 por ciento de votos contra 49 que sí optaban por los cambios. También conocimos que la consulta contó con un alto nivel de abstención, cerca de un 44 por ciento de los 16 millones de habilitados para votar, es decir, cuatro de cada diez electores. Es bueno precisar que esta abstención se registró especialmente en los sectores populares. Allí rondó el 40 por ciento, mientras que en las zonas más acaudaladas la cifra de ausentismo estuvo en el 20 por ciento.