Lo que se ha practicado por esencial modestia o quizás la necesidad de proyección de una atmósfera de sublime misterio, mantiene alejados a los curadores de la útil reflexión y socialización en publicaciones -a posteriori- de sus propios proyectos expositivos, a veces largo tiempo perfilados.
Como tendencia, el público permanece así ajeno al diseñado itinerario de significantes, ironías, contrastaciones, re-semantizaciones e incentivos de polémica, propuestos con arriesgados lances de sutileza. Obviamente, no pensamos que haya que subestimar jamás al espectador, amén de la conocida incomprensión que padece el arte contemporáneo, ni pretendemos que a cada evento expositivo le acompañe una suerte de manual contra todo tipo de ingenuidades e ignorancias. Antes bien, tomaremos por válido el recurso de ensayar sobre lo mostrado, de recrearl