Antes de la histórica elección de Barack Obama, varias organizaciones y centros de análisis publicaron informes sobre el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. La mayoría de ellos intentaron esbozar estrategias para llevar las relaciones hemisféricas hacia una nueva época –una época en la que Washington pudiera dejar atrás el fuerte carácter ideológico de la administración Bush y empezar a construir nuevas plataformas de colaboración con sus vecinos más cercanos. Pero seis meses después de Obama asumir la presidencia, ¿vemos nuevas evidencias de cooperación activa, sin dar tanta importancia a los criterios políticos? ¿Se nota “un nuevo camino para una nueva realidad,” como aconseja uno de los informes previamente mencionados? O, por el contrario, ¿estamos tristemente enfocados en un golpe de estado hondureño que nos recuerda más a la polarización de la guerra fría que al siglo veintiuno?