“El tiempo presente y el tiempo pasado quizás están presentes ambos en el tiempo futuro y el tiempo futuro contenido en el tiempo pasado”. Thomas S. Elliot, “Burn Norton”.
La Cuba de los años ´50 fue, en muchos sentidos, un laboratorio donde se ensayaban los más disímiles proyectos venidos de las entrañas del vecino norteño. Automóviles, películas, pastas dentales y nuevas tecnologías tenían a La Habana como meca privilegiada de ensayo y rectificación. Esa cercanía con los Estados Unidos siempre nos marcó, algunas veces para bien. Junto con la televisión, los automóviles Ford y los refrigeradores Westinghouse llegaron también a estas costas disímiles prácticas comunicativas que habrían de acompañar de forma zigzagueante a la empresa cubana por más de medio siglo en la era republicana.