A pesar de las divergencias que aún subsisten, los vínculos entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa Rusa, tras siglos de distanciamiento y no pocas incomprensiones, han tenido en los últimos años un desarrollo positivo, tanto en las relaciones fraternas como en el diálogo teológico. Estas relaciones auguran continuar su fortalecimiento tras la elección y entronización de Kirill I como nuevo Patriarca de Moscú y de todas las Rusias.