Servir con gusto

Con la mejor disposición reaccionó Michel Toll Calviño cuando le pedí una entrevista para Espacio Laical. Motivó el diálogo la variedad de ambientes donde ejerce su carrera artística este joven músico, graduado en el Conservatorio Amadeo Roldán en 1994 y que se supera en el Instituto Superior de Arte. En particular, hablamos sobre la curiosa interfluencia de sus deberes como contrabajista de la Orquesta Sinfónica Nacional, la pertenencia también a la orquesta Solistas de La Habana, y la entrega al ministerio de la música en su parroquia de Jesús del Monte, como le conocemos popularmente al Buen Pastor. En su casa, cerca de aquella vetusta y fundacional iglesia cubana, ubicada en el municipio 10 de Octubre, ocurrió esta entrevista que comenzó indagando sobre el despertar de la vocación.

El arte fue lo que yo escogí desde chiquito para desarrollarme como profesional. No sabía a dónde iba a llegar, pero entre las cosas que me gustaron siempre no estaban específicamente las ciencias ni las letras. Yo sabía que iba a ser dos cosas: artista plástico o músico. Y aún hoy la plástica me impresiona mucho, me gusta mucho. Bueno, escogí el camino de la música, gracias al cual me he podido desarrollar porque ha significado un crecimiento, y he madurado con la música. Por supuesto, es sacrificio y es responsabilidad porque en el camino de la música siempre tienes que estar estudiando y estarte superando.