Sí, hablemos de valores

El valor del diálogo

Desde hace algunos meses, la Federación de Mujeres Cubanas (F.M.C) desarrolla en todo el país debates en torno a la formación y consolidación de valores en las nuevas generaciones.  No es esta una iniciativa reciente ni ha sido la organización femenina cubana la primera en promover la discusión del tema entre sus afiliados. Antes, los estudiantes universitarios y los sindicatos han tomado los llamados valores como centro de sus discusiones en cada uno de los últimos congresos.  Sin embargo, que la única entidad femenina isleña, la cual agrupa a millones de mujeres de todos los oficios, estratos sociales y edades se lo proponga, tiene varias lecturas.

Una de ellas es que, en efecto, las madres, abuelas, hermanas y tías suelen pasar más tiempo con los muchachos que los hombres, aún alejados estos en una sociedad que no ha alcanzado una real igualdad de géneros. Son las mujeres quienes por contigüidad o cercanía física y psicológica, mejor pueden trasmitir a la descendencia lo que llamamos valores. Otra lectura importante es que se admite, implícitamente, el papel esencial de la familia como formadora —o deformadora— de las generaciones más jóvenes. Y esto es algo que, por fortuna, se está subrayando en años recientes: ni la escuela ni ninguna otra organización social o política posee una ascendencia moral y educativa tan grande sobre los muchachos como la familia.