La gestión del papa Francisco en 2016 para lograr el acercamiento entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, que tuvo como consecuencia directa el restablecimiento de relaciones entre ambos países, contó con la eficaz colaboración del cardenal Jaime Ortega, entonces arzobispo de La Habana, en una misión diplomática que fue clave en el éxito de aquella negociación.