Thomas Merton o la semilla de Fray María Louis o el proyecto del Padre Tom, estuvieron aquí. Tres que son uno: poeta, monje y místico. Roble, madera tallada, carbón ardiente. Los ojos que vieron Cuba estaban listos, ya atendían. Llegó en abril de 1940, poco después de Pascua. Había sido operado de apendicitis y quería reposar, además de encontrar rumbo a su vida. Pretendía ser sacerdote católico, pero dudaba si esa vocación debía encarnarse entre los hijos de San Francisco o los de San Bernardo.