Tristeza de Cuba

A cargo de Jorge Domingo Cuadriello

El cubano es triste. Los espíritus ligeros, los que no gustan de hacer el viaje desde lo superficial a lo profundo, le han formado, bajo el aguacero de las maracas, una reputación falsa. Le han ensanchado la boca para la carcajada. Le han fundido la pierna en los julepes de la danza. Le han puesto festones caprinos para los impulsos del son. Nadie quiere ver su tristeza, más desgarradora aún porque en muchos casos está hecha de humillación y de impotencia. Un pueblo que no puede crear su destino con sus propias manos, no es alegre, a pesar del cielo azul, de la benignidad de las cosas y de la gracia del paisaje.