¡Tu es Petrus!

Una reflexión acerca de dos momentos de ostensible acción del Espíritu en la Iglesia y en el mundo

En el primer mensaje de Benedicto XVI, leído al final de la concelebración presidida por él en la Capilla Sixtina con los miembros del Colegio Cardenalicio el pasado 20 de abril, Su Santidad expresa: “Podemos decirlo: los funerales de Juan Pablo II han sido una experiencia verdaderamente extraordinaria en la que se ha percibido de alguna forma la potencia de Dios… En la hora de la muerte, conformado con su Maestro y Señor, Juan Pablo II coronó su largo y fecundo pontificado, confirmando en la fe al pueblo cristiano, reuniéndolo entorno a sí y haciendo sentirse más unida a toda la familia humana.” En efecto, Juan Pablo II, durante su pontificado, nos impactó con su amor y su magisterio abierto a todos y, particularmente, por su fidelidad hasta las últimas consecuencias, al estilo de Cristo, a la misión que Dios le había confiado, de tal modo que, al concluir su vida terrena, al igual que el Maestro “atrajo a todos hacia sí”.