Un libro, cuando está bien diseñado, abre un camino que nos transporta por un mundo mágico de ideas e ilusiones. Y cuando está bien presentado, es imposible resistirse a la tentación de tomarlo en las manos y hojearlo. Es este, sencillamente, el primero de los procesos comunicativos que se manifiestan entre la palabra escrita y el pensamiento, y que puede, en un instante, trastocar todo el comportamiento de una persona, provocar las respuestas más inesperadas. En este sentido, la cubierta desempeña un papel fundamental, ya que es la cara visible del mensaje que se desea transmitir: es lo primero que vemos de la obra y lo que transmite las primeras sensaciones de «gusto» en el lector. En ella la ilustración de cubierta, el título de la obra y el nombre del autor, compiten indistintamente en importancia y poder de seducción.