Agradezco mucho el honor de participar en este encuentro, mucho más cuando acompaño en esta mesa como “segundo violín” a monseñor Luis del Castillo. 1. Ya que estoy hablando justo en este Centro que lleva por nombre Félix Varela, quisiera comenzar mis palabras aludiendo a la espiritualidad que recomendaba este presbítero para el pueblo cubano. He dicho en otras ocasiones que Varela es un punto ecuménico de reunión para todos los cristianos/as cubanos, y que debemos incorporar su pensamiento y espiritualidad siempre vigentes, aunque precisen algunas adecuaciones a nuestro presente.
Como cristianos/as tenemos siempre que referirnos a las bien llamadas “virtudes teologales”: la fe, la esperanza y el amor (cf. 1 Cor. 13:13), en este kairos cubano, lo que necesitamos es que todos seamos “Elpidios”, personas siempre en espera y esperanza: en Dios y en nuestra historia patria. Nos confía monseñor Carlos M. de Céspedes, de feliz memoria, refiriéndose al padre Varela: “Los jóvenes cubanos que esperaban un futuro mejor para su patria, eran los merecedores de la esperanza del Padre. Ahora bien, para conseguir ese futuro mejor, esos jóvenes debían armarse con las armas de la Verdad, del Bien, de la Belleza, debían ser hombres ungidos por la eticidad y por la ‘espiritualidad’ evangélicas, a la cual, a su vez, supone la libertad de conciencia, que a un mayor y mejor ejercicio de la libertad responsable conduce…