La cuenta regresiva para el inicio de la gran fiesta de los Juegos Olímpicos de Beijing ha comenzado. Muy pronto la capital de la República Popular China se convertirá en el epicentro mundial de uno de los eventos internacionales más importantes del orbe.
Las autoridades de dicho país han organizado la Olimpíada con la clara conciencia de que constituirá un momento de alta significación política, que le podrá servir para alcanzar objetivos tanto en el ámbito doméstico como a nivel internacional. Este propósito viene calzado por la irrefutable realidad de un incesante y acelerado crecimiento económico, que hace de la economía de esa potencia una de las más dinámicas del orbe.