Vista al centro. Una polémica en torno a las tendencias políticas en la Cuba de hoy

Desde hace algunos años ha venido aconteciendo en sucesivas oleadas un debate sobre las tendencias políticas en la Cuba actual que ha alcanzado en los meses recientes una ostensible virulencia y una más amplia participación de voces y espacios de opinión. Reconocerlo como un solo cuerpo polémico viene justificado no por el sostenido intercambio y enfrentamiento de criterios, sino por la recurrencia de algunos autores y, principalmente, del tema que la anima: la legitimidad de corrientes en el espectro político cubano que plantean alternativas y transformaciones al sistema político-social vigente y, a la vez, toman distancia de los grupos y fuerzas que encaran de manera frontal al gobierno cubano. Las dimensiones de esta polémica,1 con intermitencia desde las primeras escaramuzas en el 2013, posteriores recidivas hasta alcanzar su paroxismo a mediados de 2017, nos persuade de intentar aquí una reseña exhaustiva de su devenir, o dejar memoria de toda la diversidad de posturas, argumentos y contraargumentos que han vertebrado el debate. Si un método intentamos será el de atender preferiblemente a varios focos polémicos que, como los tornados en la más amplia circulación del huracán, emergen por intercambio de referencias y discrepancias recíprocas entre algunos textos.

En «Si Iroel Sánchez tuviera razón…», un comentario de abril de 2014 a «Milton Friedman pasea por La Habana repartiendo “agua de fuego”», Emilio Ichikawa —para quien Sánchez, lejos de recibir órdenes al escribir sus textos, había alcanzado una legitimidad «en la estructura del sentido ideológico en Cuba, que más que ordenado pudiera estar ordenando»— descubre en el artículo una «taxonomía de los buscadores de “cambio de régimen”» conformada por dos «especies»: «[l]a contrarrevolución vestida de contrarrevolución (enemigos) y [l]a contrarrevolución vestida de revolución (traidores)». Ichikawa comparte el interés de Sánchez por los segundos, aunque, a diferencia de este, en virtud de su complejidad, no de su peligrosidad. Dedica una felicitación moral a quienes sostienen una afiliación voluntaria a estas corrientes, aunque no son ellos quienes llaman su atención, sino los «asalariados», «más atractivos y legibles». Concluye que la diatriba de Iroel, enfilada hacia un grupo de «plattistas disfrazados de nacionalistas», hacía referencia a Roberto Veiga y Lenier González, editores a la sazón de la revista Espacio Laical, residentes en Cuba, y a Arturo López-Levy, afincado en los EEUU, promotores del evento «Fe religiosa, institucionalidad nacional y modelos sociales» celebrado del 6 al 8 de marzo en La Habana, con el patrocinio de la embajada del Reino de Noruega. Con antelación estos intelectuales habían planteado desavenencias con grupos opositores partidarios de un «cambio de régimen», de modo especial a propósito del editorial «Senderos que se bifurcan» —en el número 2 del 2013 de Espacio Laical—, un debate que, en caso de ser cierta la afirmación de Iroel Sánchez de la comunión de objetivos entre estas tendencias, habría sido, para el autor de este comentario, «una estafa, o una farsa: una puesta en escena propiciada por otros intereses mayores donde ambas convergen».

Emilio Ichikawa

Emilio Ichikawa

A casi un año de la aparición de estos textos el propio Ichikawa ofrecía en «Cuba-EEUU: Relaciones entre gobiernos y promiscuidad civil» una nueva clasificación del espectro político en torno al tema cubano a partir de las posiciones asumidas con respecto a dos aspectos: «Relaciones Cuba-EEUU» y «Tipo de régimen político en la isla». Entre las cuatro alternativas planteadas, la opción C —de los «defensores de la normalización de relaciones entre Cuba-EEUU y críticos (ocasionales) del régimen político de la isla»—, caracterizada en otro momento como «de “centro” o “moderada”, […] en las transiciones la más artera a la vez que la más “exitosa”» estaría representada por los ya ex editores de Espacio Laical, Roberto Veiga y Lenier González, ahora animadores del proyecto Cuba Posible, «un espacio para facilitar el debate acerca de los temas más importantes de la vida del país abierta a un espectro amplio de cubanos», según afirmaba el segundo de ellos en una entrevista ofrecida al sitio Global Voices en julio de 2014 («Cuba Posible: una nueva plataforma para facilitar el debate»).

De tal posición se ocupa «El corrimiento “al centro”» de Iroel Sánchez, con una amplia referencia al artículo de Ichikawa, y donde se citan además declaraciones de los responsables de Cuba Posible «a favor de una Cuba pluripartidista» y de estar empeñados en la promoción de un «cambio transicional» en Cuba. Para esta ocasión, en abril de 2016, se había hecho un poco más espesa la polémica. Se debatía directamente sobre la propiedad del término centrismo para describir una realidad política, en concreto la cubana, a la vez que se proponían otros temas alternativos. Por su lado Pedro Monreal en «El “centrismo político” en Cuba: una etiqueta y tres sugerencias» aduce que la «comodidad de lo geométrico —que representa las posturas ideológicas como puntos discretos a lo largo de un eje— tiene como gran desventaja su falta de precisión explicativa», propone seis ejes para el análisis de tales posiciones ideológicas, e incluir en este la consideración de perspectivas críticas. En «Sobre un “centrismo” inútil, y temas de mayor importancia. O por más debates, y menos desvíos», Julio César Guanche, aunque no descarta discutir en torno al centrismo —a condición de tener en cuenta su uso en las ciencias sociales y su vínculo con la historia política e intelectual de Cuba, y evitar usarlo como una etiqueta «según el particular humor de cada cual»—, sugiere como más relevantes otros dos conceptos: el de democracia, de la cual alega que el «debate sobre ella se empobrece cuando se le restringe exclusivamente a la presencia de partidos políticos como clave esencial de su legitimidad», y el de República, sin limitar su examen a la forma de gobierno declarada constitucionalmente, dejando de considerar «los fines que persigue el gobierno y a los medios que tiene la ciudadanía para promoverlos y hacerlos exigibles». Dos portales electrónicos llevaban el peso de la polémica en estos momentos, La pupila insomne (https://lapupilainsomne.wordpress.com), blog de Iroel Sánchez donde aparecían también contribuciones de Carlos Luque Zayas Bazán («Soliloquio a propósito de una propuesta para una Cuba imposible») y Enrique Ubieta («La patria posible»), y el de Cuba Posible (http://cubaposible.net) desde el cual se expresaban sus responsables principales —con «No dejemos que arruinen los sueños, las ilusiones y la confianza en nosotros mismos» Roberto Veiga González respondía al artículo de Iroel Sánchez— además de otros autores más o menos estrechamente vinculados a ese proyecto como Julio César Guanche o Pedro Monreal.

Para mayo de 2017 el debate adquiría nueva vigencia, esta vez con la publicación en el sitio de Cubadebate del artículo «La tercera vía o centrismo político en Cuba» de Elier Ramírez Cañedo, en donde se establecen paralelos históricos entre diferentes tendencias políticas en la historia de Cuba, identificadas por el autor con la actitud centrista, que en la actualidad tiene como objetivo «el intento desesperado de restaurar el capitalismo en Cuba». Estos precedentes Ramírez Cañedo los resume, a partir de una cita de una entrevista a Fernando Martínez Heredia, en «la larga historia de ese nacionalismo que tiene en el plano de las actitudes políticas antecedentes en el autonomismo; que durante los años de la República Neocolonial Burguesa admitió y defendió la dominación, y que en muchas ocasiones fue utilizado por el propio gobierno de los Estados Unidos, con el propósito de frenar, evitar o lograr situaciones posrevolucionarias que mantuvieran a salvo las estructuras de dominación capitalista en Cuba, bajo mejores consensos». En el mismo sitio aparecía, con el título «¿Es posible unir lo mejor del capitalismo y el socialismo? Responde En rique Ubieta», una entrevista de José Raúl Concepción, que contribuyó a incentivar la polémica al suscitar no pocas réplicas y alusiones a las respuestas del entrevistado. En ellas, se niega la posibilidad de una conciliación capaz de incorporar lo mejor del capitalismo y del socialismo, la existencia de un espacio neutro que pudieran reclamar los centristas. Al abundar sobre las diferencias entre los dos sistemas sociopolíticos, Ubieta afirma no conocer ninguna versión buena del capitalismo, que por naturaleza «siempre es salvaje». Sin embargo, da una caracterización más matizada del socialismo: «no […] una realidad ya construida, sino un camino que no deja atrás de golpe al sistema que intenta superar». Sitúa además el centrismo en diferentes contextos históricos: una fórmula electoral en las sociedades capitalistas, relacionado con la socialdemocracia, y, coincidiendo con el análisis de Elier Ramírez, encuentra antecedentes análogos en la tradición política cubana. A diferencia de la intención formulada en la Actualización del Modelo Económico y Social Cubano, los cambios propuestos por los centristas están, para Enrique Ubieta, encaminados a la restauración del capitalismo. Identificados con los reformistas, el entrevistado los juzga supeditados a las «estadísticas y [las] descripciones exhaustivas», pero entiende que, al faltarles la confianza en el pueblo, dejan de advertir un elemento subjetivo fundamental, «el salto sobre el abismo que pedía Martí».

Iroel Sánchez.

Iroel Sánchez.

Contemporáneamente a la aparición de estos textos, la denuncia contra el centrismo adquiere una nueva concreción con la antología Centrismo en Cuba: otra vuelta de tuerca hacia el capitalismo, una publicación electrónica presentada en la sede del portal Cuba Sí el 28 de junio de 2017. Prologada por M. H. Lagarde, a cargo asimismo de su confección y edición, el volumen incluye textos recogidos de diferentes medios, con las firmas de Javier Gómez Sánchez, Elier Ramírez Cañedo, Ana Miranda, Arnold August, Iroel Sánchez, Carlos Luque Zayas Bazán, Emilio Ichikawa, Enrique Ubieta Gómez, Ileana González, Jorge Ángel Hernández Pérez, Camilo Rodríguez Noriega, René Vázquez Díaz y Raúl Antonio Capote. A esto se sumaba una mayor presencia de esa denuncia en los medios, a cargo fundamentalmente de estos mismos autores, alentada en lo sucesivo por la polémica en torno al tema con la creciente participación de voces y expresiones contrapuestas.

En su prólogo, M. H. Lagarde ofrece una relación de puntos de vista característicos de la posición centrista en los medios. La «denostación de la realidad cubana por parte de “reformistas o ultra revolucionarios”» suplantaba el «anquilosado discurso de la mafia anticubana de Miami» (aunque reconoce que este último había recibido un nuevo reconocimiento con las declaraciones del presidente norteamericano Donald Trump en junio de este año). Los «centristas», aduce este autor, resaltan «el modelo de un socialismo fracasado, que descuella por sus insuficiencias, especialmente en el área económica»; responsabilizan al modelo político de la frustración individual y de la imposibilidad de realización personal, causas de la situación migratoria del país; critican a las instituciones y organizaciones políticas, viejos «prejuicios o medidas revolucionarias superadas en el tiempo»; a la vez que proponen reformas políticas para replantear el socialismo, y exaltan el «naciente cuentapropismo» en oposición al Estado que se presenta como un freno al auge de la pequeña y la mediana empresa. A diferencia de los representantes de la «tercera vía» en las sociedades capitalistas que abogan por una mayor regulación para contrarrestar los males del sistema, los centristas en Cuba apoyan el mercado como compensación al poder estatal. Al sector privado, defendido por el gobierno de los Estados Unidos, pertenecen también las publicaciones donde se expresan los centristas.

Como contrapeso polémico a los textos aparecidos en Cubadebate y los que se daban a conocer en portales como La Pupila Insomne, o el blog Post Cuba (como opiniones firmadas principalmente por Ileana González y Marco Velázquez Cristo), otros sitios brindan su espacio para la expresión de opiniones contrapuestas, como los blogs El Estado como tal (de Pedro Monreal) o Libros del crepúsculo (de Rafael Rojas), el sitio de Cuba Posible, y, de modo señalado, el blog Segunda Cita del cantautor Silvio Rodríguez, en donde se incluyeron artículos (a veces tomados de otras fuentes) u ofrecieron sus comentarios, además de su titular, otros autores como Julio Antonio Fernández Estrada, Aurelio Alonso, Zaida Capote Cruz, Laidi Fernández de Juan, Humberto Pérez, Jesús Arboleya Cervera, Julio César Guanche, Pedro Monreal o Félix Sautié Mederos, entre otros. La presencia de estos textos en el sitio contribuyó a perfilarlo como un polo de oposición a otros medios que, con contrapuesta intención, promovían la denuncia contra el centrismo.

Una de las primeras réplicas en Segunda Cita había sido un artículo de Julio Antonio Fernández Estrada quien, aunque sin polemizar directamente con un texto específico, se situaba en medio del debate desde el título mismo, «La primera vía o la revolución democrática en Cuba», publicado el 10 de junio en Segunda Cita, y en donde declara: «No conozco al centro cubano en política. No sé quiénes son». Aduce no haber escuchado en ninguno de los medios a los centristas y especula «que tal vez no existan o que sean el resultado de la obsesión de los que cazan enemigos en las horas sagradas en que deberían trabajar para el pueblo». Fernández Estrada se expresa desde una voz plural como «nosotros, la izquierda» opuesta por igual al capitalismo porque defiende los intereses de los privilegiados y a los que en el socialismo ostentan derechos análogos. Desde esa declarada identidad política, reconociéndose además entre los «defensores del socialismo cubano», expresa los valores y principios que la definen: aboga por el respeto a los derechos humanos sin excepción, porque la propiedad de todos los recursos y riquezas del país pertenezcan al pueblo, por la educación gratuita y la salud libre, por el poder de participar, por la paz y el crecimiento del bienestar del pueblo; e insiste en denunciar a los burócratas, los «que hablan a los diputados de la Asamblea Nacional como si fueran pioneros en un matutino», a los que les niega la titularidad de la «primera vía», «la defensa del socialismo», pues, afirma: «La única vía que conozco para salvar la esperanza en Cuba, la esperanza en un mañana donde la dignidad no sea solo para los ricos y donde los burócratas no se conviertan en millonarios con más dinero que diplomas, es que el pueblo se haga dueño de su presente, que no apruebe los documentos que le traen como regalos sino que los redacte en el taller y en la calle, apoyados sobre la espalda del maquinista más fuerte, como se hacía en la Comuna.»

El desacuerdo ante la denuncia contra el centrismo, desde las primeras fases del debate y con mayor insistencia en esta nueva etapa, reiteraba argumentos como discutir la plausibilidad de una tendencia centrista en el espectro político cubano, del uso de la etiqueta para calificar una zona de esa realidad; desde este frente se condenaba la existencia de una campaña mediática y se insistía en juzgar entre las finalidades de la oposición al centrismo o como uno de sus efectos más directos el pretender cerrar la posibilidad del debate en la sociedad cubana en torno a la situación sociopolítica, los retos enfrentados y los potenciales destinos.

Motivado por la lectura del artículo de Elier Ramírez Cañedo «Volver a Palabras a los intelectuales», y el debate del que participaba Segunda Cita, Aurelio Alonso retoma en «Palabras para hoy» unas reflexiones suyas del 2011 en el cincuentenario de ese discurso de Fidel Castro. La idea allí expuesta sobre los riesgos de excesos extremos —con aplastar o tolerar las libertades— sufriría una interpretación burocrática que, a diez años de la reunión con los intelectuales, había sido manipulada para reprimir en el marco del llamado Quinquenio Gris. En la actualidad, afirma Alonso, «los censores vuelven a alzarse, una y otra vez, para obstaculizar el disenso y el debate, ahora en torno a los problemas propios de nuestro socialismo. Como si la clave de la unidad se cifrara en exclusiones. Precisamente cuando más se necesita de la mirada crítica y cuando más inteligencia hemos desarrollado para ello.» En un comentario a este artículo, Silvio Rodríguez, preocupado porque las referencias a las declaraciones de Fernando Martínez Heredia por parte de los impugnadores del centrismo «parecieran situarlo del lado de quienes lo citan», hace suya una opinión de este intelectual en que abogaba por el debate y el reconocimiento de las múltiples visiones: «Hoy estamos viviendo grandes dilemas, lo que es igual a afirmar que la situación actual tiene más de una solución posible. Opino que este país todavía es muy superior a sus circunstancias. Y una de las acciones indispensables en este momento es pensar entre todos y compartir esos pensamientos. Cometeríamos suicidio si no pensamos y discutimos, que el debate le es tan necesario a esta sociedad como la respiración a los individuos.» Una preocupación similar por el peligro de que se estuviera atentando contra la posibilidad de entablar diálogos desde la diferencia la expresa Zaida Capote en «Más centrista serás tú», incluido desde Asamblea feminista en el blog de Silvio Rodríguez. La campaña mediática contra aquellos que habían expresado críticas a «la labor de gobierno o cualquier preocupación por el futuro de Cuba en términos ajenos a los de Granma o el Noticiero Nacional de Televisión», buscaba en su criterio, además de desautorizar tales opiniones, excluirlos del debate público, en circunstancias donde se hace más necesario sumar voces y voluntades. Encuentra además injustificado que se pueda entablar un diálogo con personas y gobiernos con los que no se comparten principios y se deje de escuchar a aquellos capaces de trabajar por el bien común. La autora aboga por el conocimiento y la discusión sobre el destino de la sociedad cubana y, sosteniendo la invectiva del título, les imputa a los responsables de la oposición contra el centrismo cómo, con intentar acallar otras voces, siguen «haciendo lo que mejor saben: pasar por revolucionarios».

Enrique Ubieta.

Enrique Ubieta.

Con su participación en el debate, Humberto Pérez contribuía en las páginas de Segunda Cita al contrapeso que entendía se había planteado desde este sitio a una «campaña anti centrista» de «círculos que, pretendiendo ser rectores ideológicos», manifestaban «un izquierdismo infantil anacrónico». Su artículo, «¿Contra “el centrismo” o contra una posición de izquierda militante pero realista y dialéctica?», ofrece ejemplos de líderes revolucionarios como Vladimir Lenin y Ernesto «Che» Guevara quienes habían admitido la factibilidad de tener en cuenta la experiencia capitalista en la organización de la producción y en la gestión empresarial, y se pregunta: «¿Debemos concluir que Lenin y el Che eran “centristas”?». Propone adicionalmente tomar en cuenta las experiencias internacionales en cuanto a sistemas de gobierno y combinarlos con nuestra tradición, experiencia nacional, condiciones e idiosincrasia para formular en consonancia una propuesta de sistema económico social.

Otro de los trabajos que recoge Segunda Cita es «¿Dónde nos colocamos?», en donde Jesús Arboleya Cervera discute la eficacia de organizar, en correspondencia con las dimensiones espaciales («los lados, el centro o la periferia»), el debate político en Cuba —intenso por demás y con connotaciones sociales sobre todo en los medios académicos e intelectuales, no tanto así en los informativos. Sostiene que tras la intransigencia de la izquierda puede ocultarse un conservadurismo de derecha y en el caso del centrismo, los intentos por caracterizarlo a partir de referencias históricas o doctrinales, no se avienen con la situación actual del país. El uso de las etiquetas puede conducir a precepciones excluyentes y políticas que limitan el necesario proceso de reflexión. Para Arboleya el mayor riesgo que se corre es el de «aumentar constantemente la periferia, dígase aquellos a los que no interesa debate alguno, sobre todo entre los jóvenes». En su opinión, el consenso histórico de las luchas populares en Cuba se ha expresado por exclusiones (anticolonialismo y antimperialismo) y, en atención a estas premisas, concluye que «colonialistas, anexionistas, plattistas y neocolonialistas han sido justamente definidos con [sic] antipatriotas y excluidos del debate nacional en cada momento». Sin embargo, garantizar el necesario consenso después de esta decantación es, en su criterio, aún más arduo, entiende que la discusión sobre las características del socialismo cubano es un tema abierto y requiere ampliar la participación en el debate en torno a él, y agrega que para los que no se identifican con el socialismo se deben garantizar sus derechos como ciudadanos: «[e]sto incluye el respeto a la manera de pensar de estas personas y las prerrogativas de expresarla».

En varios de los textos que encaraban las denuncias contra el centrismo se reiteraba la duda sobre la necesidad del debate y la oportunidad perdida de dedicarlo a otros temas más perentorios y de mayor trascendencia para el destino de la nación. Julio César Guanche, quien en una de las anteriores ediciones de la polémica había expresado una objeción similar, sugiere ahora en su artículo «Del “miedo canijo”, o de los usos del “centrismo” hoy en Cuba» un inventario de temas que el debate sobre el centrismo pudiera estar haciendo se perdieran de vista: «Cuando necesitamos con enorme urgencia análisis y propuestas colectivas de soluciones sobre pobreza, racismo, envejecimiento, violencia de género, bienestar social, transporte público, acceso a internet, producción de alimentos, empleo digno, salario decente, maltrato animal, seguridad social, continuidad generacional, calidad de los servicios, relaciones de mayor beneficio para la nación con su diáspora, desarrollo económico (después de un PIB en 2016 en negativo por primera vez en 20 años), ampliación y garantías de derechos, y sobre la necesidad de habilitar resistencias a la generación de relaciones capitalistas de explotación (que no han sido introducidas por los calificados de “centristas”), y otras cuestiones de interés capital para la vida del país, un reducido número de cubanos prefieren [sic] concentrar su fervor en el “centrismo” y no sobre este conjunto de problemas.»

De diversa manera eran respondidas estas objeciones a la pertinencia del debate y las exhortaciones a hacer frente a otros temas: se reiteraba la existencia de una tendencia centrista en virtud de los antecedentes históricos en Cuba y la recurrencia en otros contextos nacionales de una estrategia de promoción de tendencias políticas de esta naturaleza por agentes externos, en especial por organismos e instituciones de los principales países capitalistas (ejemplo de esta línea argumental es «“Centrismo” y “Tercera vía”, ¿sólo etiquetas?» de Iroel Sánchez); la prioridad del debate ideológico, por su parte, justificaba la urgencia de abordar el tema tanto como otros. Razones de esta naturaleza las esgrimía Elier Ramírez Cañedo en «Ideas en el centro del debate», publicado en Cubadebate y en el periódico Granma, donde refuta opiniones como la de considerar «lo de “centrismo” o “tercera vía” […] una invención nuestra», o la de señalar su insignificancia ante la más apremiante necesidad de «resolver los problemas de la vida cotidiana del pueblo cubano antes de estar buscando “fantasmas», y declara como conclusión: «¿Qué se pretende, que abandonemos el campo de la lucha ideológica, tan imprescindible para nuestro proyecto, como el de la batalla económica? […] Nuestra visión tiene que ser siempre totalizadora, al tiempo que nos recuperamos económicamente — cuestión de vida o muerte para nosotros—, debemos ir generando una cultura —en su sentido antropológico— diferente y superior a la del capitalismo.»

Más o menos perfilados los polos de la discusión y con una más intensa sucesión de réplica y contrarréplica, se escenificaban en el marco del debate algunos intercambios locales en los cuales, además de contender sobre el carácter o la legitimidad de alguna opinión, los autores involucrados ofrecían precisiones a anteriores criterios, o nuevos elementos a propósito de los temas debatidos, cuando no se dirimían más personales alusiones. Cruzaron reconvenciones, de modo más directo, Arturo López-Levy y Enrique Ubieta, así como este último y Aurelio Alonso, mientras Carlos Luque Zayas Bazán refutaba a Pedro Monreal, quien antes había dedicado varios artículos a analizar el volumen El centrismo en Cuba: Otra vuelta de tuerca hacia el capitalismo, por citar algunos ejemplos de estos nichos polémicos.

Enrique Ubieta, de vuelta de las réplicas que había recibido la entrevista que ofreciera a Cubadebate, le dedica en «Las falacias en su centro» algunos comentarios a «La moderación probada del espíritu de Cuba», de Arturo López-Levy. Con este último artículo su autor había hecho una intervención en la polémica donde abordaba una gran cantidad de temas a propósito de los más variados fenómenos en discusión: las características socio-políticas de la realidad cubana que caracterizan el contexto del «centrismo» —con posterioridad al fin del campo socialista—, la naturaleza de las relaciones con los Estados Unidos y las posturas con respecto al embargo/bloqueo, el papel de la historia en el debate sobre opciones ideológicas, las equivalencias establecidas entre términos diversos como socialdemocracia, anexionismo, autonomismo, plattismo, etc., o los modelos económicos en juego; analizados todos estos aspectos desde la perspectiva del contraste de las ideas, que adquiere otro carácter para López-Levy cuando de este se pasa a la descalificación personal sin «individualizar las responsabilidades». En sus comentarios Enrique Ubieta califica a López-Levy como «uno de los asiduos ideólogos de Cuba Posible» y a su texto como «uno de los artículos más transparentes de la última semana», le reprocha querer olvidar la historia, como «pedía Obama», y que, en correspondencia con la estrategia de este presidente norteamericano hacia Cuba, su texto aboga por una política «menos confrontativa [sic]» pero «igualmente injerencista». A este intercambio le sucedería una serie de interpelaciones mutuas en Facebook recogidas con posterioridad en dos partes por Enrique Ubieta en su blog La isla desconocida, y en donde las acusaciones y las demandas de aclaraciones se harían más personales y directas, en torno a los temas que se habían planteado en los artículos anteriores, o conduciendo un poco más allá el análisis de algún aspecto como puede ser, por ejemplo, el de la pertinencia de la historia para el debate (López-Levy aclara en un momento que «Nunca dije que había que renunciar a la historia de la revolución, ni a Martí ni a Fidel, escribí que el centro de la discusión debía definirse a partir de mirar los problemas concretos del país, y buscarle solución sin anteojeras ideológicas, no de interpretar qué hubiesen hecho Fidel o Martí según lo que era su experiencia en otros tiempos»); o el recuento de «eventos democráticos» (la promulgación de la Constitución socialista en 1976 por referendo, su reforma a inicios de los 90 con una consulta popular que también se ha convocado en torno a la primera propuesta de Lineamientos de la Política Económica y Social, el respaldo del Juramento de Baraguá en el año 2000, entre otros) que Ubieta cita como evidencias de la ratificación popular del modelo socialista más allá de su declaración en 1961.

En «¿Es que el centro es el centro?», unas reflexiones de Aurelio Alonso aparecidas en Segunda Cita —desencadenante del intercambio con Enrique Ubieta al que hemos hecho alusión—, el autor expresa su inconformidad, compartida públicamente por otros participantes en la polémica (por ejemplo, Humberto Pérez «Acerca de los comentarios de Vascós en Granma, sobre artículos de Ubieta y Elier»), con respecto a la actitud parcializada de medios de prensa como el periódico Granma, en el cual, al abordar al debate que acontecía en torno al centrismo (calificado en un titular de ese órgano como «Un debate ideológico necesario»), se había incluido solo algunos trabajos, entre ellos la entrevista a Enrique Ubieta y el artículo de Elier Ramírez, y se había omitido el contraste de sus opiniones con textos que a juicio de Alonso merecían encontrar un espacio en esas páginas, y propone algunos comentarios de la autoría de Pedro Monreal, Humberto Pérez y Julio César Guanche. A tenor de esta «asimetría en la difusión de este debate entre revolucionarios», como la había denominado Humberto Pérez en otro momento, Alonso había enviado un comentario a la dirección del periódico que no había sido publicado ni había recibido respuesta, pues, agregaba, se resistía a aceptar como tal «el anónimo titulado “El debate, el Arca de Noé y los reclamos al Granma”, irrespetuoso además para mi persona y para otros compañeros, aparecido en el blog Post Cuba».2

A comentarios puntuales y precisiones también contenidas en «¿Es que el centro es el centro?», dirigidos a Enrique Ubieta y Elier Ramírez, respondió el primero con «La pregunta esencial», en donde abunda, a partir de algunos de los comentarios que había formulado Alonso, sobre diversos temas: la relación de Cuba con el extinto campo socialista, las posibilidades del reformismo en la historia y la actualidad cubanas, en donde Ubieta teme que «un sector descreído de la intelectualidad —escéptico y desilusionado— produzca un tercer período» reformista después de los dos anteriores, «asociados a grandes decepciones nacionales», con posterioridad al Pacto del Zanjón y a inicios de la República, en los cuales predominó el positivismo y el cientificismo positivista, que en su versión moderna se manifiesta por el recurso de las estadísticas, a diferencia de los revolucionarios «obligados a conocer a fondo la realidad». En esta contrarréplica su autor atenúa las discrepancias con interlocutores como Alonso y Humberto Pérez, pero se pregunta en el caso del primero, si los presupuestos de Cuba Posible son compatibles con sus principios de intelectual revolucionario.

En posterior «Carta abierta a Enrique Ubieta», Alonso se detuvo en esta alusión a Cuba Posible y denunció que las constantes referencias y los señalamientos al pernicioso centrismo que encarna ese proyecto «se ha[n] centrado en condenas a priori más que en la discusión de contenidos». En su criterio «para juzgar con objetividad, lo primero sería tomar en cuenta el apreciable caudal de reflexión que ha producido y difundido, desde su constitución, Cuba Posible». Todavía habrá otra oportunidad en este debate interpersonal para unos «Comentarios a una carta abierta», donde Enrique Ubieta reitera las acusaciones contra Cuba Posible —sobre la base de las declaraciones de sus principales responsables— como plataforma encaminada de modo sutil a la transición política en Cuba.

A analizar la antología El centrismo en Cuba: Otra vuelta de tuerca hacia el capitalismo y caracterizar la oposición al centrismo le dedica varios textos Pedro Monreal en su blog El Estado como tal: «El “centrismo” en Cuba: la invención y la ausencia», «El “centrismo” en Cuba. Miscelánea conceptual de una “antología”», y «La “antología” sobre el “centrismo” en Cuba: Lenin y los otros». No de manera peyorativa califica a la antología en el primero de estos textos como «una compilación de panfletos políticos», un calificativo que tendrá ocasión de explicar más detenidamente en el tercero de los artículos donde concluye que «muchos textos publicados evidencian más denostación que argumentación». En la entrega inicial traza la historia reciente del uso del término centrismo, y ofrece un inventario de calificativos y otras frases más o menos frecuentes en las alusiones que desde el frente de la denuncia se habían dirigido a actores y fenómenos vinculados con esa tendencia. No obstante, es al primero de estos aspectos al que está dedicado principalmente el artículo, en particular a denunciar como una tergiversación la atribución de la paternidad del uso de la etiqueta a Fernando Martínez Heredia, escamoteando la responsabilidad que en este sentido le cabía a Emilio Ichikawa, cuya definición, admite, había sido consistentemente aplicada por Iroel Sánchez. El segundo de los trabajos propone un análisis de las diversas conceptualizaciones del centrismo como una «posición política contrarrevolucionaria en la Cuba de hoy» formuladas por los autores de la antología, cuyo común denominador se identifica con dos características: «una posición política de reciente aparición en Cuba, y, en segundo lugar, la noción del “centrismo” como parte de una estrategia subversiva impulsada desde el exterior». El último de estos trabajos presenta una metodología para la evaluación de la validez de los conceptos propuestos en el volumen publicado en Cuba Sí, atenta a «la manera en que se relaciona el concepto clave (“centrismo”) con la variable “contrarrevolución”», luego de haber reconocido como formulación esencial contenida en la antología que «el “centrismo” es contrarrevolucionario». La existencia de esta posición la cifra en dos actitudes «a) se postula la necesidad y/o conveniencia de acabar con el control del poder político por parte del Partido Comunista de Cuba (PCC); y b) se demanda que los medios de producción fundamentales no sean de propiedad social». La exégesis crítica de los grados de validez de las definiciones del centrismo avala el diagnóstico de Monreal de «un manejo disperso y llano del primer argumento (pluripartismo) y un embrollo en el manejo del segundo (lo económico)».

Rafael Rojas.

Rafael Rojas.

En varios artículos expone también Carlos Luque Zayas Bazán sus objeciones a los criterios de Pedro Monreal y, en especial, a algunos de los expresados en los tres trabajos. En una respuesta al primero de ellos, titulada «Omitir, negar y evitar, la troika de la manipulación», y dada a conocer con antelación a la aparición de los restantes, su autor aduce que no quedaba demostrado la aplicación del calificativo de panfleto para los textos de la antología. Defiende además que en la obra de Fernando Martínez Heredia se expresaba tácitamente su posición con respecto a los temas de la polémica —en contra de la posición centrista— y objeta el olvido de la alusión a la cita sobre un «corrimiento hacia el centro» por parte de uno de uno de los directivos de Cuba Posible en su repaso de la historia del uso reciente del término. Niega por último la intención que se le achaca a los autores de la antología de no ser favorables a la normalización de las relaciones con los Estados Unidos iniciada a partir de la visita de Obama. El segundo de los trabajos de Luque, «Divertimentos académicos», dialoga con otras intervenciones de Pedro Monreal en la polémica y hace una referencia marginal a los textos dedicados a la antología, para retomar un acercamiento más próximo en un tercero titulado «El sendero de las teorías que se bifurcan…». Analiza en este extensamente, y remitiéndose a documentos y eventos históricos, la referencia en un texto de Monreal a una cita de Gramsci acerca de la posición centrista de Lenin al interior del partido bolchevique, y le discute, al autor de las críticas, la identidad planteada entre centrismo y contrarrevolución, llegando a afirmar que: «Anticentrismo no equivale fundamentalmente a una denuncia de la contrarrevolución, sino a la revelación y denuncia de opciones y conceptos que son funcionales al capitalismo […] El anticentrismo es anticapitalista y antimperialista, antineoliberal y antieconomicista, pero sólo por eso, en principio y a partir de allí, opuesto a la contrarrevolución, en cuanto la contrarrevolución no puede ser anticapitalista, antimperialista y antineoliberal.»; y admite incluso que: «un centrista convencido, por ejemplo, de que el estado puede regular la depredación capitalista, o que sostenga la sincera esperanza de que puede existir el capitalismo de rostro humano, y que espere que al menos atempere su salvajismo, puede, al defender esa convicción, no hacer contrarrevolución militante, efectiva y directa».

Ya habíamos advertido de la imposibilidad de recoger en este comentario la pluralidad de las voces que se han expresado en la polémica (no descartamos su contigüidad o reincidencia). De su amplitud e intensidad dan muestra no pocas reseñas críticas que irían apareciendo con su despliegue («Sobre un debate intelectual poco centrado» de Alejandro Armengol, por citar una muestra). Algunas de ellas plantearon una visión desde cierta distancia que intentaba llamar la atención sobre las diferentes posturas contendientes al interior del espectro político en Cuba (como el artículo de Rafael Rojas Gutiérrez «Fisuras de la intelectualidad orgánica en Cuba» y otras de sus publicaciones).

Sin dudas, por sus dimensiones, la polémica en torno al centrismo trae el recuerdo de la acontecida hace ya una década y que se reconoce como «Guerrita de los Emails». La más reciente ha conseguido quizás una expresión menos unánime que esta última, donde se expresó una amplia coincidencia en la denuncia a la presentación encomiástica en los medios de difusión de funcionarios responsabilizados con la conducción de la política cultural durante el denominado Quinquenio Gris. Si cabe una función social a la polémica como espacio para el contraste de opiniones que pueda conducir a nuevos esclarecimientos, tendríamos entonces que celebrar la oportunidad de esta última a pesar de la tensión y las discrepancias que la han sostenido.

 

Textos citados

Remitimos a los lectores interesados en tener una más amplia información de los textos de la polémica, a las referencias bibliográficas, incluidas en las notas, de las antologías publicadas como parte del debate.

Alonso, Aurelio: «¿Es que el centro es el centro?», http://segundacita.blogspot.com/2017/08/es-que-elcentro-es-el-centro.html (consultado el 11 de agosto de 2017).

___________: «Carta abierta a Enrique Ubieta», http://segundacita.blogspot.com/2017/08/carta-abierta-enrique-ubieta.html (consultado el 24 de agosto de 2017).

___________: «Palabras para hoy», http://segundacita.blogspot.com/2017/07/palabras-hoy.html (consultado el 9 de julio de 2017).

Arboleya Cervera, Jesús: «¿Dónde nos colocamos?», http://segundacita.blogspot.com/2017/07/donde-nos-colocamos.html (consultado el 14 de julio de 2017).

Armengol, Alejandro: «Sobre un debate intelectual poco centrado», http://www.cubaencuentro.com/Rafael Rojas/opinion/articulos/sobre-un-debate-intelectual-poco-centrado-330036 (consultado el 17 de julio de 2017).

Capote Cruz, Zaida: «Más centrista serás tú», https:// asambleafeminista.wordpress.com/2017/07/11/ mas-centrista-seras-tu/ (consultado el 14 de julio de 2017).

Concepción, José Raúl: «¿Es posible unir lo mejor del capitalismo y el socialismo? Responde Enrique Ubieta», http://www.cubadebate.cu/especiales/2017/07/06/es-posible-unir-lo-mejor-del-capitalismo-y-el-socialismo-responde-enrique-ubieta-video/ (consultado el 9 de julio de 2017).

Fernández Estrada, Julio Antonio: «La primera vía o la revolución democrática en Cuba», http:// segundacita.blogspot.com/2017/06/la-primera-via-o-la-revolucion.html (consultado el 22 de octubre de 2017).

Guanche Zaldívar, Julio César: «Sobre un “centrismo” inútil, y temas de mayor importancia. O por más debates, y menos desvíos», (consultado el 22 de octubre de 2017). : «Del “miedo canijo”, o de los usos del “centrismo” hoy en Cuba», http://segundacita.blogspot.com/2017/07/del-miedo-canijo-o-delos-usos-del.html (consultado el 19 de julio de 2017).

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___________[Rodríguez], Silvio: «[Comentario en “Palabras para hoy”]», http://segundacita.blogspot.com/2017/07/ palabras-hoy.html (consultado el 9 de julio de 2017).

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Ubieta Gómez, Enrique: «Comentarios a una carta abierta», http://la-isla-desconocida.blogspot.com/2017/08/debate-ii-parte-aurelio-alonso-enrique.html (consultado el 1 de septiembre de 2017).

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Veiga González, Roberto: «No dejemos que arruinen los sueños, las ilusiones y la confianza en nosotros mismos», http://cubaposible.net/articulos/no-dejemos-que-arruinen-los-suenos-las-ilusiones-y-laconfianza-en-nosotros-mismos-2-aa6-5-3-7-5 (consultado el 6 de mayo de 2016).

 

Notas

1 El debate ya cuenta con dos compilaciones en el formato de publicaciones electrónicas: El centrismo en Cuba: Otra vuelta de tuerca hacia el capitalismo, (http://videos.cubasi.cu/Centrismo_en_Cuba_Otra_vuelta_de_tuerca_hacia_ el_capitalismo.pdf) y ¿«Centrismo» o ejercicio de la libertad ciudadana en Cuba?, publicación 49 de Cubaposible, un laboratorio de ideas de septiembre de 2017 (https://cubaposible. com/wp-content/uploads/2017/10/Cuaderno-49-Para-Web. pdf).

2 En ¿«Centrismo» o ejercicio de la libertad ciudadana en Cuba?, la compilación realizada por Cubaposible, se le atribuye este artículo a Marco Velázquez Cristo.