Más de un siglo de cine en Cuba coincide, aunque a muchos sorprenda, con el interés demostrado desde siempre por los medios católicos cubanos (en nada ajenos a las diversas coyunturas que enfrentan la historia nacional y la vida eclesial a lo largo de ese tiempo) hacia esa última gran adquisición de la modernidad que es la cinematografía. Cuba fue, según el historiador Raúl Rodríguez en El cine silente en Cuba (1992), quien cita al director de la Cinemateca de Ecuador, Ulises Estrella, «el primer país de América Latina en que la Iglesia se ocupó del cine y sus efectos».