No es este un texto surrealista; no hay encuentros “fortuitos” entre el famoso “paraguas” y la “máquina de coser en una mesa de disecciones”, como acuñara para la historia de la estética vanguardista Andre Breton; nada de eso. Ni siquiera apostamos por la veracidad de los datos. Es lo de menos. El impulso de esta “curiosidad” se dirige a la esencia ilustrada del mundo de la noticia, a la fuente erudita por donde debe brotar el buen periodismo. Y para esto tomamos el pretexto de retos subliminales en dos cartas cruzadas entre Enrique Labrador Ruiz (Sagua La Grande, 1902Miami, 1991) y Miguel de Marcos (La Habana, 1894-1954), ambos maestros del periodismo y escritores-novelistas de talla notable. Si lo que sigue es la pregunta: ¿y cuáles fueron las armas seleccionadas?, la respuesta inmediata es: “la palabra” y, por ende, “el conocimiento”.