Mientras Ike da los últimos coletazos y Cuba comienza a enfrentar los efectos de la peor catástrofe natural en 45 años -dos potentes huracanes en apenas ocho días-, una tormenta política se cierne sobre el sur de Florida.
Millones de cubanos necesitan la mano que podemos tenderles desde esta orilla, pero todo presagia que las diferencias políticas a nivel gubernamental y comunitario se confabulan para impedir que el alivio llegue a los damnificados.