Hace años, creo recordar que hacia los tiempos de mi adolescencia, una noticia de periódico estremeció al país: un grupo de jóvenes, en la pequeña ciudad de San Francisco de Paula, participó en un acto de vandalismo colectivo. Según lo recuerdo, a lo largo de varias cuadras, golpearon a transeúntes pacíficos e incluso entraron a varias viviendas y una persona resultó acuchillada. En aquella ocasión la nota de prensa recalcaba que actos semejantes no serían permitidos en una sociedad como la nuestra.