AÑO 2011 Año 7 - No.25, Enero-Marzo 2011

Un unicornio torturado por el fuego

por Roberto Méndez Martínez

Si pienso en Roberto Friol, sólo puedo imaginármelo como era aquel día de 1977 cuando me lo presentaron Cintio Vitier y Fina García Marruz. Un hombre de corta estatura, calvo, en el que llamaban la atención unos espejuelos de gruesos cristales y una voz de persona ceremoniosa con algo de lamento. Esa vez, como alguna otra que le visité en aquella mesa de trabajo de la Colección Cubana de la Biblioteca Nacional, dejó por un momento el periódico o la revista antigua en la que estaba, literalmente, sumergido, para intercambiar unas palabras conmigo. Nunca tuvimos una conversación extensa. Era un hombre tímido, marcado por el recelo y con una susceptibilidad a flor de piel que lo hizo sufrir en exceso, tanto como a los amigos y compañeros de trabajo que lo apreciaban muchísimo y buscaban su compañía.