Desde hace mucho tiempo Cuba demanda una reforma profunda, de estructuras y de conceptos. Mucho se ha dialogado acerca de los fines y de la profundidad de ese necesario cambio del modelo social-económico-políticojurídico. Han expresado sus criterios muchísimos especialistas y ciudadanos, y se ha revelado desde el inicio del debate una especie de encrucijada entre la gradualidad que demanda dicho ajuste, dadas nuestras circunstancias históricas, políticas y económicas, y la urgencia de cambios reclamada por la precariedad que agobia la vida del pueblo cubano en general.