AÑO 2011 Año 7 - No.28, Octubre-Dicembre 2011

Diálogo establecido por algunos de los participantes en el encuentro, una vez concluida la conferencia

por Consejo Editorial

Orestes Rodríguez. Hace unos años estuve en Pinar del Río, en Viñales, por invitación de la revista Vitral, y le dije a una economista católica de mi interés intelectual sobre la democracia laboral, que la entiendo como el poder de los trabajadores para decidir cómo organizan su proceso productivo de bienes y servicios y también la capacidad de ser propietario de los resultados de su trabajo.

En aquel momento le dije que, para el caso de Cuba, era mucho más fácil la democracia laboral porque la propiedad de nadie es más fácil pasarla a propiedad del colectivo laboral que la propiedad privada. Y ella me dijo que pensaba que era al revés.