En días recientes, a raíz del postgrado de Filosofía de la Educación que imparto en cierta universidad pedagógica, tuve oportunidad de reflexionar sobre mi acercamiento a la vida y obra del educador brasileño Paulo Freire (1). Se trata de un legado que algunos en Latinoamérica acotan -de forma confusa e inexacta- a la corriente y el enfoque político-pedagógico denominado Educación Popular (EP), la cual es convertida en una especie de pócima mágica capaz de curar todos los males de la sociedad a partir del accionar de expertos “tallerólogos” que teorizan sobre ella –con pobre valor conceptual y excesiva retórica- y la aplican en espacios y procesos formativos garantizando, de paso, un apetecible modus vivendi. Sin valorar lo suficiente su historia, complejidad y, sobre todo, el peso de la dimensión macro que hace posible el engarce de un cambio subjetivo del individuo dentro de un contexto más amplio y colectivo de cambio social.