En el último año algunos acontecimientos han puesto en evidencia las notables transformaciones que desde el paso de siglo venían operando en los cimientos del cine cubano. En febrero, Juan de los muertos, de Alejandro Brugués, ganó el Goya a la Mejor Película Iberoamericana.
A pesar de que se trataba de la tercera vez que en sus 17 nominaciones una cinta de la Isla merecía ese reconocimiento, la noticia tuvo una baja cobertura a nivel nacional, mientras los medios de prensa extranjeros subrayaban que por primera vez el premio lo recibía una pieza orquestada fuera del ICAIC.